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Opinión

Del tiempo y el espacio

Imagen de Mauro Tandoi en Pixabay

 

[dropcap]E[/dropcap]s probable que sea la vez 437 en la que me declaro fan incondicional de las paradojas. Sin ellas seríamos Siri o Cortana nivel parvulario. Como ejemplo, una reflexión de absolutas letras o humanidades acerca del tiempo y el espacio. Con estos dos actores principales, parece sugerirse que la película orbitará en torno a la velocidad. Si algo hay que averiguar con ellos, lo propio será dividirlos. El resultado sería relativo a los metros y los segundos, aunque como imaginarás a estas alturas, nada parecido se debate por estos lares.

Como si hubiera sido ayer mismo, he vivido un nuevo adiós. Un hasta luego más bien, varios en los últimos tiempos, muchísimos en todos mis tiempos. En este caso, Jota ha hecho mudanza voluntaria de vuelta a sus soleadas tierras junto al mar. ¡Que te vaya bonito!

Ese bonito por bonito que sea, siempre deja un regusto agrio, de ausencia. Que es común es evidente, pero ¿razonable? También, ya que la costumbre se hace razón, pero… ¿Cuánto hay de egoísmo de reloj cuando lo que se interpone son kilómetros de distancia?

Como no me discuto con nadie en éstos términos siempre gano la disputa. Llego el primero conmigo a la misma orilla. Es egoísta. Sin acento negativo, no pretendo pisar la línea de lo que se entiende como bueno para la unidad sin desear mal a la nadiedad.

De esta fuente mana el siguiente paradójico debate imposible de resolver con un acuerdo único. ¿Qué vacía o separa más, el tiempo o el espacio?

Existe el enconado debate de las relaciones a distancia, disfraza como quieras al elenco, en mi opinión vale lo mismo en sus formas de amistad, amor, fraterna, etc. Otra invitación al conflicto. Con seguridad dice mucho de nosotros el lado de la red hacia el que miramos.

Si te quiero aquí, seas lo que seas para mí, te quiero cerca, quizá te necesite para regar o abonar o podar raíces, troncos y ramas. Si te quiero allí, debo asumir que de mí depende el estado del árbol. Si solo quiero al árbol cuando lo cuidamos juntos, ya no estoy tan seguro de quererte, quizá me importe más el árbol. Y justo enfrente nos saluda el te quiero ahora. Si te quiero ahora, te quiero y punto. ¿Qué kilómetros ni qué kilómetros?

Al egoísmo proteínico de baja intensidad (como el colesterol malo) le gusta andar rondando, por supuesto. Permanece siempre agazapado esperando el momento más inoportuno para generar el accidente cardiovascular, que es lo que mejor sabe hacer. Paciente, aparece cuando tiempo y espacio dejan de ser dos y se convierten en uno. Aquí y ahora. Eso no es solo querer. Es querer “para”.

Querer, solo querer, es querer desde aquí, sin reloj ni calendario. ¿Y el ahora? Para esta pregunta, sí, acúdase a la muñeca o a las fotos con números de la pared.

Abrazo desde aquí, Jota.

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