Acaba de hacerse público por los cauces adecuados y, por tanto, ya puedo escribir sin aprovecharme, para la primicia, de la situación privilegiada que confiere el formar parte del asunto. El título de la columna quizás sea un poco atrevido, pero es que lo imagino así, al grafitero Caín interpretando la muerte de Dios, a (…)
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