Necesitamos reconocer al Brocense en Salamanca

A decir de los expertos en Lingüística, el Brocense -Brozas (Cáceres), ca. 1523 – Valladolid, 1600-, fue el “primer gran gramático moderno”. A pesar de esta contemporánea consideración, Francisco Sánchez de las Brozas nunca llegó a alcanzar la cátedra de Gramática en la Universidad salmantina. Contradicciones de la historia.
Se trata de una figura suficientemente conocida y estudiada en los círculos de filólogos clásicos e historiadores del llamado Siglo de Oro. De su Brozas natal marchó con once años a Portugal, donde estaría una década entre Évora y Lisboa al servicio de la corte en la que trabajaban sus tíos maternos. A partir de 1545 ya lo vemos por tierras castellanas, será bachiller por la Universidad de Valladolid y cursará estudios en varias ramas del saber en Salamanca, donde se vinculó de por vida. Obtuvo la Regencia de Retórica en el Trilingüe y veinte años después consiguió la cátedra universitaria, también en Retórica, pues los intentos de obtener la de Gramática resultaron infructuosos.

Casó dos veces y hubo de mantener una prole muy extensa -unos catorce hijos-, lo que le causó muchos agobios económicos. Su obra culmen, la Minerva, es un tratado de teoría gramatical regida por la razón. Tuvo que vérselas con la Inquisición en un par de procesos, al último de los cuales no sobrevivió, muriendo en Valladolid en 1600, donde se encontraba bajo arresto domiciliario. La Universidad no le realizó las honras fúnebres que por su condición de maestro le correspondía. Lamentable final para tan renombrada personalidad.
Su eco apenas se deja notar hoy entre los habitantes y visitantes de Salamanca. Al contrario de lo que ocurre con otros grandes humanistas vinculados a la ciudad del Tormes, caso de Antonio de Nebrija, Fray Luis de León o Francisco de Vitoria, la biografía y la obra del extremeño resulta todavía muy desconocida para el gran público. Únicamente el nombre de una calle -céntrica, eso sí- y un escondido medallón en el Aula Magna de la Facultad de Filología mantienen viva su huella en la ciudad.
Este año de 2023 se conmemora el V centenario de su nacimiento -aunque no es completamente segura su natura en 1523- y, de momento, va pasando desapercibido, sobre todo si lo comparamos con la profusión de actividades que se desarrollaron el año pasado en relación a los quinientos años de la muerte de Nebrija. Su comparación es muy oportuna, puesto que se advierte cierta continuidad de las fases del humanismo castellano, en común objetivo que ambos mantuvieron de “lucha contra la barbarie” -entiéndase contra la ignorancia- y con Salamanca siempre como telón de fondo. Pero mientras que Antonio y su Arte gozaron de fama en su tiempo y después, Francisco y su Minerva obtuvieron el reconocimiento en otras latitudes europeas y, más recientemente, también en su tierra de nacimiento. Hay que exigirle un poco más a la ciudad de su alma mater.
La excepción, hasta ahora, la marca la celebración de un ‘Café con Historia’ dedicado al Brocense que tuvo lugar el pasado 4 de mayo en el Café El Alcaraván, organizado por el proyecto Lusitaniae – Guías-Historiadores. Una quincena de personas, en el confortable ambiente que imprime una musical cafetería como la sita en la Calle Compañía de la capital salmantina, asistieron a este formato de socialización histórica en el que participaron el profesor Francisco Javier Rubio y quien escribe estas líneas. Una humilde contribución para dar a conocer la relevancia que el maestro Francisco Sánchez tuvo para el devenir de los estudios lingüísticos.
Nos consta que desde la Universidad de Salamanca se está trabajando conjuntamente con la Universidad de Extremadura en algún acto conmemorativo pero, sin embargo, se echa en falta la implicación de la Administración municipal en su rama cultural. No hubiera estado mal algún guiño en la Feria del Libro, algunas charlas en la Sala de la Palabra del Liceo o alguna exposición donde quiera que fuera. No digamos ya una escultura en Anaya o un medallón en la Plaza Mayor, que sin ninguna duda lo merece. El Brocense espera su reconocimiento. Algunos seguiremos trabajando para que algún día sea una realidad.