Emiliano Jiménez ofrece una conferencia sobre La sonrisa en Cabrerizos

El fundador de la Sala de las Tortugas ofreció una divertida conferencia en el Centro Cultural del Ayuntamiento de Cabrerizos
Emiliano Jiménez, el conocido fundador de la Sala de las Tortugas, dio en el Centro Cultural del Ayuntamiento de Cabrerizos una entretenida y sorprendente charla bajo el título “La sonrisa de …” .
La presentación corrió a cargo de la alcaldesa de Cabrerizos Lourdes Villoria, y la concejala Teresa García Muñoz, que recitó unos emotivos poemas salidos también de la pluma de Emiliano Jiménez, dedicados a los enfermos de alzheimer y a sus familiares, verdaderos y heroicos pacientes de tan terrible enfermedad.
Pero, entrando ya en la charla, … la sonrisa ¿de quién?, ¿de la Gioconda?, ¿de los niños?, ¿del ser querido?, ¿de algún político?, ¿de algún personaje infantil? ¡No! ¡De un animal! ¿Y qué animal sonríe? “Todos sabemos que hay uno que ríe: la hiena. Pues hay otro en el que la curva trasera de su gran boca parece como una engañosa sonrisa. ¿De quién estoy hablando? ¡Del cocodrilo!”, jugó Emiliano Jiménez con preguntas y respuestas al comienzo de la charla.
Y de ellos nos habló este polifacético profesor. Pero no de los cocodrilos fósiles de su Sala de las Tortugas, sino de algunos que se guardan en iglesias españolas: en Sevilla, Ávila, Berlanga de Duero, Medina de Rioseco, Santiago de la Puebla, Madrid… Y por lo que dijo hay muchos más.
De cada uno de ellos contó su leyenda, su probable historia… y su evocación.
Para terminar, dado que el acto se celebró en Cabrerizos, no podía faltar la ‘tortuga mordida’ de dicha población, cuya herida fue producida por un cocodrilo llamado Diplocynodon, terrible animalejo que cazó en los selváticos ríos de hace 38 millones de años.
P. Emiliano, ¿Qué conclusión se puede sacar?
E.J. Pues que la sonrisa es un bien que no debe escatimarse, que ayuda al que la da y al que la recibe, pero ¡cuidado!; no hay que fiarse de la que vemos, pues podemos tener enfrente a un cocodrilo, animal, o humano, de los que hay muchos por ahí sueltos… ¡Que la verdad de la sonrisa no hay que verla en la cara, sino en la mirada, como reflejo que es del alma! ¡Y ahí no la tienen los cocodrilos!