[dropcap]P[/dropcap]aseando por los campos de regadío de Portillo, vengo observando que el cultivo del maíz ha ido creciendo hasta convertirse prácticamente en monocultivo. El maíz se vuelve a plantar año tras año en las mismas parcelas, sin respetar las rotaciones de antaño que evitaban esquilmar la tierra y cronificar epidemias o enfermedades en las plantas. ¿Será transgénico, o estará tratado con herbicidas y con fertilizantes químicos? Porque parece que las grandes compañías de fitoquímicos, transgénicos y fertilizantes ya se han instalado en los ámbitos de decisión y planificación de las políticas agroalimentarias europeas.
Tengo que preguntarlo; mis gallinas camperas comen mazorcas de ese maíz, y yo sus ricos huevos.
En Europa, y por ende en España, sólo está autorizada una sola variedad de maíz genéticamente modificado: el MON810 (Monsanto), y afortunadamente parece que en Castilla y León se planta poco, y en nuestra zona no trabajan con transgénicos (sí con híbridos) aunque en efecto, no se respetan a veces las rotaciones de los cuatro cultivos que deben hacer por norma.
[pull_quote_left]Pretenden crear un ente supranacional con poder normativo y con un tribunal de arbitraje propio que pueda incluso poner sanciones a los Estados soberanos que incumplan sus leyes.[/pull_quote_left]Tras debatirse el asunto de los transgénicos en comisión del parlamento europeo durante cuatro años, quedaron dos bloques enfrentados: España y Reino Unido a favor, y Alemania y Francia en contra. Hace un año se aprobó salomónicamente la directiva comunitaria sobre estos cultivos. Al no ponerse de acuerdo, la directiva permite a los Estados que, a su criterio, los prohíban o los admitan o incluso amplíen este tipo de cultivos. ¿Algo que objetar? Monsanto sí; su representante en Europa (español por cierto) se ha manifestado sin pudor en contra de que algún Estado pueda prohibir las autorizaciones para nuevos cultivos modificados, y subraya que “es un precedente peligroso porque socava el mercado único”. Toda una declaración de intenciones. ¡El mercado como principio y último fin, por encima de Estados soberanos, de la salud, de la ética!
Ojo pues a este invento promovido por el consorcio de las grandes multinacionales para proteger sus intereses económicos.
Pretenden crear un ente supranacional con poder normativo y con un tribunal de arbitraje propio que pueda incluso poner sanciones a los Estados soberanos que incumplan sus leyes.
Todo mi apoyo para la Asociación Europea de Salud Pública, que agrupa a 71 organizaciones de SP de 41 países, y que ha pedido a la Unión Europea en un manifiesto conjunto que se ponga la salud por delante del beneficio económico y se rechace la TTIP.
José Mª Casado
ADSP Salamanca