Han pasado 80 años desde aquel día en el que Unamuno pronunció al frase de: Venceréis, pero no convenceréis, ante un grupo de fascistas, en el Paraninfo de la Universidad, el templo de la inteligencia. José Luis Gómez ha dado viva a Unamuno y ha recreado el discurso que pronunció el viejo rector.
Ya sé que estáis esperando mis palabras, porque me conocéis bien y sabéis que no soy capaz de permanecer en silencio ante lo que se está diciendo. Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia.
Se ha hablado aquí de una guerra internacional en defensa de la civilización cristiana. Pero esta, la nuestra, es solo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de inquisición).
Se ha hablado de catalanes y vascos, llamándoles la antiespaña. Pues bien, por la misma razón ellos pueden decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo [Plá y Deniel], catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer. Y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis. Ese sí es mi Imperio, el de la lengua española y no…
Así, comienza José Luis Gómez, inmerso en el papel de Unamuno a recrear el discurso del viejo rector en el Paraninfo de la Universidad aquel 12 de octubre de 1936, ante un auditorio entregado al fanatismo y la barbarie, ante un Millán Astray que cortó el discurso de Unamuno en varias ocasiones para gritar aquello de: ¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligenca! Y allí, un Unamuno que como defensa tiene sus palabras, que hieren como puñales, y sus manos para taparse los ojos ante aquella vergüenza colectiva.
Y así contesta Unamuno: El general Millán Astray es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray no es un espíritu selecto: quiere crear una España nueva, a su propia imagen. Por ello lo que desea es ver una España mutilada, como ha dado a entender.
Unamuno le plantó cara a la barbarie en Salamanca ese día y sus palabras fueron una profecia de lo que iba a acontecer en España los siguientes cuarenta años, donde se mutilaron no sólo los cuerpos, también el conocimiento.
«Unamuno tenía coraje, decencia y honradez civil. Es un referente, sobre todo ahora que la palabra decencia ha desaparecido del lenguaje público», explica José Luis Gómez al analizar al personaje.
El episodio que tuvo lugar en el Paraninfo se puede ver también en la película ‘La isla del viento’, de Antonio Menchón, y Gómez señaló que había sentido miedo al rodar esa escena. «Pocas veces en mi vida he sentido tanto pavor como cuando empujado por unos y otros, aullando, me metieron a trompicones en el coche y los veía a través de la ventanilla y eran una manada de mastines, sentí pavor». Es de suponer, que Unamuno sintió aún más miedo, porque su vivencia fue real, quizá por ello, Gómez remarque lo de que «fue muy valiente».
Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España.
4 comentarios en «Hace 80 años Unamuno plantó cara a la barbarie en Salamanca»
¿Qué decir a estas alturas de D. Miguel?. El luchó por su mundo…por un mundo que él creía podía ser más justo. Quizás Cervantes se anticipara con D. Alonso Quijano…pero es evidente que nuestro último D. Quijote de la Meseta fue D. Miguel. A partir de ahí…otras grandes palabras suyas: Callar, a veces, significa asentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia.
Ahora, la Universidad se está viendo «jibarizada», un 10% cada año hasta dejarla en el 50%. Los salmantinos nos estamos dejando quitar la última joya de la corona…una Corona que no hace nada por evitar que puedan desaparecer una Institución española con casi 800 años de antigüedad, enviado a la Junta de CYL nuestra reclamación para que no dependa de ella…la misma que con una decisión «política» totalmente injusta hizo desaparecer la otra joya de la corona…la Caja de Ahorros y MP de Salamanca…cuya desaparición supone para la economía de Salamanca nada más y nada menos que más de 100 millones de euros al año.
Nos estamos dejando quitar todo y nuestros representantes…sean del color que sean…mirando para otro lado.
D. Miguel, tú nos pediste aquello de «di tú que he sido»…ahora te pedimos nosotros: «no nos dejes caer…más»…desde allá donde estuvieres.
Felicidades por este acto, que recuerda lo que ocurrió en Salamanca hace 80 años. Pero, también hay que recordar que hace 80 años la Universidad de Salamanca claudicó ante la barbarie y dejó solo y arrinconado a Unamuno. La Guerra había estallado el 18 de julio, tres meses antes de este acontecimiento del Paraninfo, aún el pueblo no se creía, por los hechos que se habían desarrollado en los meses previos a la Guerra, que estábamos inmersos en una Guerra ‘incivil’, como muy bien la denominó Unamuno. Por lo que la ‘bajada de pantalones’ de los catedráticos y profesores de la Universidad fue increíblemente perjudicial para Salamanca, por estar aquí, y para la intelectualidad de España.
Bravo por Unamuno, por ser íntegro y defender lo que era justo. Cobardes y mezquinos todos y cada uno de los catedráticos, profesores y salmantinos que aplaudieron el alzamiento, las palabras del general Millán Astray y condenaron al ostracismo a una de las mentes más agudas y lúcidas que han pasado por Salamanca en el siglo XX. Una persona, Unamuno, que hizo que la Universidad de Salamanca volviera a estar en el mapa de las instituciones académicas a nivel nacional. Y se lo pagamos con el destierro y con la indiferencia.
Estoy casi en todo de acuerdo con lo que dice Elvira Zato. Estimo que la Universidad se ha apuntado a algo que no debería haber hecho. ¡Dos veces: hace 80 años y ahora! ¡Es muy fácil ir detrás del carro de lo que está de moda!