[dropcap]M[/dropcap]e llamo Juanjo Arranz y vivo en Barcelona, donde mi madre emigró desde su Sotoserrano natal. Su padre fue asesinado por falangistas que le hicieron una saca en el cuartel de la Guardia Civil de Lagunilla el 24 de agosto de 1936. Mi abuelo, que no tenía ningún delito de sangre, solo pagó su compromiso con la justicia, la defensa de la República y de los derechos de los jornaleros (era el presidente del sindicato de éstos en Sotoserrano).
Esos fueron los únicos motivos para ser ajusticiado. Dejó viuda y 7 hijos, dos de ellos varones que tuvieron que ir a la guerra con el bando nacional al no ser oficialmente huérfanos. Según la legalidad franquista, mi abuelo solo era un desaparecido, como tantos otros… Su cuerpo fue enterrado en la fosa común de Peñacaballera bajo la calificación de persona desconocida. Su mujer, así como algunos de sus hijos, murieron sin saber dónde estaba enterrado.
Solo fue hace unos años, el 21 de junio de 2009, con el trabajo de la Asociación Salamanca Memoria y Justicia y la familia que se colocó un monolito en el Cementerio de Peñacaballera en recuerdo de la memoria de mi abuelo así como en un intento de reparación histórica de estos hechos.
Incluso, en agosto de 2012 al llevar unas flores en su recuerdo a la tumba descubrí que la lápida del monolito había sido profanada y arrancada. Estos hechos fueron denunciados en los juzgados de Béjar sin haber sido encontrados los culpables a fecha de hoy.
Mi abuelo fue asesinado por facciosos y los discípulos de éstos se otorgaron el derecho a profanar su recuerdo ya que no les gustaba que la lápida recordara tales hechos.
Por desgracia voy poco a la tierra materna, al amado Sotoserrano de mi madre, Leocadia. Ella hace tres años que no puede moverse y acaba de cumplir 90 años el 9 de diciembre. Una de las satisfacciones que me ha dado la vida fue poder acompañar a mi madre en el acto de colocación de monolito en memoria de su padre. Ella cumplió con el sueño de su madre y sus hermanos de poder rendir tributo a mi abuelo 73 años después. Se dice pronto, más de 70 años esperando para poder llevar unas flores a la tumba del ser querido.
En esos escasos viajes que hago al Soto, como le llaman los salmantinos a Sotoserrano, siempre voy a ver la tumba de mi abuelo. Y otra de las cosas que me gusta hacer, recordando otros viajes de mi infancia es visitar la capital, Salamanca y perderme por sus hermosas calles, visitar el casco histórico, la Universidad, su increíble biblioteca, etc… La penúltima vez que estuve allí, en 2013, viajé con mi hijo Oscar. Con él descubrí la profanación de la tumba de mi abuelo y con él estuve visitando la ciudad charra.
Evidentemente nos sentamos en una terraza de la Plaza Real a tomar algo. Me tocó explicarle a mi hijo no solo porqué ocurren todavía estas cosas en España; me tocó explicarle a un adolescente de 14 años que el máximo responsable de lo que pasó con su bisabuelo y en cuarenta años de plomo, represión y mucha sangre en este país tiene un medallón que lo homenajea en tan ilustre enclave.
Después de cuarenta años de democracia todavía sigue allí el medallón del dictador Francisco Franco. Nuestros dirigentes políticos se niegan a quitarlo de allí. Algo imposible de justificar en cualquiera de las democracias avanzadas de la admirada Europa a la que queremos pertenecer. En España rendimos homenaje a los asesinos de la dictadura y negamos la reparación a los asesinados y sus familias. Difícil de creer, pero cierto.
¡Quitemos de una vez el medallón de Francisco Franco de la Plaza Real de Salamanca, por favor! No quiero que mi hijo tenga que explicarle a mis nietos que hace todavía allí.
Juanjo Arranz.
Nieto de Santiago Martín Romero.
1 comentario en «Homenaje a mi abuelo»
El relato del sr. Juanjo es impresionante! Si el Gobierno de Rajoy promueve la ocultación de La Memoria Histórica del país, negándose a condenar públicamente el régimen criminal y genocida del franquista, esto significa que el Gobierno reiteradamente incumple la Ley de la Memoria y Justicia. Por eso en el affaire independentista de Catalunya, Rajoy está haciendo una felonia que agrede y ofende a todos los ciudadanos cuando dice «que él no hace otra cosa que hacer cumplir la ley». Mentira, pues Rajoy DESOBEDECE la Ley de la Memoria y en el caso de Catalunya, bastaría modificar un artículo de la Constitución (ya se hizo a lo exprés por espurios motivos económicos) y el problema desaparecería. El tema es que el centralismo españolista, necesita crear enemigos periféricos para seguir «secuestrando el voto cautivo» que, tantos buenos réditos le ha dado al corrupto partido de Rajoy.
Visça Catalunya!