[dropcap]I[/dropcap]magina ese huevo al que le es concedida la capacidad de decidir que será en el futuro. Wow.
Difícil elección a tomar por alguien que ya había asumido que todo vendría rodado, que contaba con que dejándose llevar llegaría a su lugar, lo encontraría. De la jaula a la mesa de selección. Según su tamaño, a una bandeja con sus iguales. Después a la caja correspondiente con más bandejas con más iguales que, juntas, esperan un futuro fuera de la granja. Algunos incluso romperán fronteras.
Un huevo puede jugar el rol de artista principal en un plato de una carta de un gran restaurante. También puede interpretar un menos estelar pero necesario papel secundario en la industria de la alimentación “industrial” convertido en un ovoproducto y envasado en formato brick por ejemplo.
Volvamos con nuestro huevo. Como decía, le ofrecieron decidir acerca de su futuro. Escogió continuar como todos los demás, de momento, por la cinta transportadora ya que consideraba que era precipitado decidir sin pensar. Aprovechó ese tiempo para pensarse mereciendo un lugar donde le trataran como se merece, donde poder brillar. Se imaginó en un plato, rodeado de ricos carabineros y una deliciosa salsa de tomate.
Allí fue feliz. En ese plato, en esa mesa, frito con todo el cuidado, el cariño y la profesionalidad que necesita emplearse para convertirse en una deliciosa experiencia. Feliz. – Qué rico huevo – dijo el afortunado comensal. Los carabineros por su parte, lo miraban con cierto recelo – ¡Eh, huevo, nosotros somos marisco! Estamos por encima de tí en la pirámide de la calidad alimenticia. ¡Somos gente guapa! ¡Sin nosotros no serías más que un huevo frito!
De acuerdo. Reconozco que esta historiaquizá no te resulte muy creíble. Es obvio que un huevo no tiene con(s)ciencia. Tampoco tiene vida. Ni boca para comunicarse, ni orejas para oír, ni manos para asirse a lugar alguno, ni pies para desplazarse de un sitio a otro.
¿Sabes quién sí dispone de todas esas cosas? ¿De boca, de oídos, de brazos y de piernas? ¿De con(s)ciencia? Tú.
Te propongo un juego. Cambiarte por el huevo. Olvídate de él. El huevo eres tú.
Por cierto. No hay mucho que hacer con el huevo si no le rompes la cáscara.
Asocia las ideas.
Más información en: moveyourself-coaching.com
2 comentarios en «Y un huevo»
Gran reflexión amigo… Has conseguido que se encienda la bombilla! Si un huevo es capaz de quitarle el puesto en un plato a unos carabineros, sin con(s)ciencia, sin boca ni pies ni manos ni orejas… de que no seremos capaces nosotros con con todo lo que disponemos a nuestro alcance y todo el poder que tenemos dentro de nosotros… Para reflexionar, oiga!
Gracias por la píldora!