[dropcap]D[/dropcap]espués de los tira y afloja que ha vivido la Universidad en los últimos meses en los que ha ocupado más de un titular a nivel local y nacional, después de los mil chismorreos que corrían por los pasillos y que se colaban entre las conversaciones, por fin llegó la calma con nombre de mujer. Después de la tempestad llega la calma, la mesura.
Después de la lluvia llegó el sol y nos trajo un tiempo nuevo, nos regaló el cambio, nos hizo creer en una Universidad diferente, no sé si mejor o peor, pero de lo que no dudo es que el nombre de la profesora Cortés ha suscitado un cambio dentro de la institución académica. El cambio se produce de forma armónica, con más sonrisas que lágrimas, con el optimismo reflejado en el rostro de la gran mayoría de la comunidad universitaria.
Nervioso este lunes me acerqué a rectorado a ver a Myriam. Mi primera conversación larga con ella después de haber sido elegida, después de verla en las juntas plenarias y de encontrármela en los pasillos de la Pontificia o en la cafetería tomando un té.
Había quedado con ella para entrevistarla y publicarlo aquí en La Crónica. Y yo, grabadora en mano y como siempre, con más cara que espalda, alumno de segundo de periodismo de la Pontificia, entré en el nuevo despacho de Myriam para preguntarle cómo será desde ahora la relación con un alumnado que, como asegura, es la parte más importante de la Universidad. Y como siempre, una sonrisa en su rostro y la cercanía de quien vive en una gran familia, me recibió para dar respuesta a mis cientos de interrogantes. Respuestas que vinieron dadas desde la humildad de alguien a quien el cargo no le aporta mayor gratificación que la de servir a su casa, la Pontificia, de la que es catedrática desde hace algunos años.
Nunca he apreciado el cambio porque ocupara el puesto una mujer. Es verdad que es la primera fémina en el cargo, pero Myriam es mucho más que eso. Es alguien grande. Alguien a quien notas que cuando dice que su principal motor somos los alumnos lo dice de corazón. Con capacidad empática y de diálogo. Humilde y con una gran trayectoria en lo académico. Madre, laica, mujer. Myriam es todo aquello que hacía tiempo demandaba la comunidad universitaria y que, gracias a la actuación de las diferentes voces y del permiso de nuestro Gran Canciller, hoy es Rectora.
Desde aquí quiero darle las gracias profesora por todo lo que ha sido capaz de cambiar en su primer mes de mandato. Por el respeto hacia la universalidad del conocimiento. Por creer en el alumnado por encima de todo y la defensa a ultranza que hace de la casa, su casa y la nuestra, la misma que hoy habita gente con una sonrisa muy grande, de oreja a oreja. Mi enhorabuena y el mayor de los respetos a su figura, me harán siempre estar en deuda con usted. Y el trabajo entre todos que apoya, hará crecer a la Pontificia para situarse a la vanguardia educativa y que así, aunque sea pequeña, reciba tiempos nuevos nuestra Universidad. Gracias Myriam.
1 comentario en «Gracias Myriam»
Pasados los primeros momentos de felicitaciones a los que nos sumamos desde el primer día…
El segundo paso es retomar las relaciones normales con la Universidad de Salamanca y celebrar juntas, con la Ciudad incluida, todo lo que tiene que ver con el VIII Centenario. Solo juntos podemos hacer algo.
Ser «inclusivos» y no «excluyentes» es lo mínimo que se puede pedir a Rectoras y Rectores de Universidades tan importantes en el tiempo.
A por ello…que el tiempo nos atropella y no se hace nada…