[dropcap]E[/dropcap]l psicoanálisis en una terapia de la palabra , qué quiere decir esto que sólo accedemos a los modos del pensar por el lenguaje, es decir, que el paciente ha de hablar y esa es la demanda del psicoanalista, no sólo para que el psicoanalista le escuche, que lo hará, y de un modo muy diferente como decíamos con una escucha poética, sino para que el paciente descubra en su decir cuáles son sus modos de pensar y ese será un primer descubrimiento.
El psicoanalista también le apuntará sobre aquella parte del discurso que le puede pasar desapercibida y, por ende, será la más interesante y la que más nos dé cuenta de nuestros procesos inconscientes. Ahora bien, como de hablar y escuchar se trata, por esa razón la elección del medio en el que se habla o escucha es meramente arbitraria, es decir, con los medios de comunicación como el teléfono o internet.
[pull_quote_left]El diván existe no tanto para que el paciente descanse mientras habla, sino para que su discurso cuando se tumba en el diván no esté mediatizado por los gestos de aprobación o desaprobación inherentes a cualquier comunicación[/pull_quote_left]Es irrelevante para el tratamiento en qué medio se use el discurso. Esto posibilita que pacientes que no estén en el mismo marco de espacio geográfico puedan psicoanalizarse con el psicoanalista que elijan. De hecho, el diván existe no tanto para que el paciente descanse mientras habla, sino para que su discurso cuando se tumba en el diván no esté mediatizado por los gestos de aprobación o desaprobación inherentes a cualquier comunicación y que de un modo u otro condicionen a ambos hablantes. Por eso el psicoanalista siempre se coloca detrás del diván, para facilitar el discurso.
Por lo tanto, una conversación telefónica donde la conversación fluye sin que eso esté en juego es tan eficaz como que el paciente esté in situ en la consulta.
Digo esto porque al inicio hay gente que puede ser reacia a no venir presencialmente a la consulta porque piense que sólo yendo es eficaz, en cuyo caso esa eficacia es una atribución del paciente y sólo bajo esa premisa él recibirá esa mejora en el tratamiento, lo cual no deja de ser una prueba más de que cómo uno piensa las cosas las vive, pero las cosas en esencia no son ‘ni así ni asá’, son para cada uno de nosotros una realidad muy distinta.
Yo he tenido oportunidad de comprobar cómo pacientes que inicialmente eran reacios a que el medio de tratamiento fuera telefónico después preferirlo y al revés, lo cual da cuenta de al menos dos cosas: uno va cambiando en el transcurso del tratamiento y dos, lo nuevo siempre provoca un cierto rechazo inicial hasta que se hace cotidiano. Anímese, si se pregunta cuándo iniciarlo es el momento de llamar a su psicoanalista.
M.CARMEN GARCÍA MATEOS PSICÓLOGA PSICOANALISTA DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUPO CERO GRUPO CERO CON SULTA EN SALAMANCA Y EN JEREZ DE LA FRONTERA INFORMACION 651831296-psicoanalista.m.carmengarcia @gmail.com
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