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Opinión

De la pobreza y la felicidad

pobreza indigente sin techo frio
Un indigente en un soportal de la calle Zamora. (Archivo)

[dropcap]A[/dropcap]ngus Deaton es el reciente premio Nobel de economía 2015 por sus estudios sobre la medición, análisis y comparación de los niveles de riqueza, pobreza y de bienestar de las sociedades modernas. Doliente con las situaciones de pobreza y exclusión ha criticado las políticas de austeridad aplicadas en las crisis económicas actuales; sostiene que en la pobreza hay escaso grado de felicidad, y que ésta no aumenta a partir de un determinado nivel de renta (45.000-60.000 €/año). ¿Para qué más?

El aumento de la esperanza de vida y del coste de los nuevos fármacos y nuevas tecnologías, generan tensión constante entre los fondos disponibles y los necesarios en los sistemas sanitarios de las sociedades del bienestar; esto obliga a tomar difíciles decisiones sobre qué servicios ofrecer, a quien y con qué coste para que el sistema siga sostenible. Ejemplo: los biológicos en España suman el 42% del gasto farmacéutico hospitalario; estos nuevos medicamentos son muy efectivos pero a unos precios deshonestos. En este sentido, en el 2014 la OMS encargó a un grupo de expertos un informe sobre cómo tomar decisiones justas y equitativas; estos concluyen en priorizar el factor poblacional: no excluir a nadie del Sistema de Salud y que cualquier decisión no margine a los más vulnerables. (Véase lo contrario en el Protocolo y las medidas de Ana Mato 2012; ej.: un tercio de las personas atendidas por Cruz Roja no llegan a cubrir los gastos médicos).

Hace unos días se celebró el día de la Pobreza, y reflexionando sobre riqueza- felicidad, me sobrevino el recuerdo del relato bíblico de Job; un honorable rico al que Dios puso a prueba despojándole de sus ganados, cosechas, hacienda y de sus diez hijos. Tras una primera fase de desconcierto y dolor parece que comenzó a dar gracias a Dios. Este comportamiento tradicionalmente se ha atribuido a su proverbial paciencia y aceptación, aunque también fuera porque descubrió algo que no podía comprar con dinero: la solidaridad y compasión de sus vecinos, las satisfacciones de la vida simple, el ir ligero de equipaje, sin preocupaciones materiales, sin balances bancarios, con más tiempo libre. El Todo Poderoso tuvo a bien perfeccionar su estado enviándole una enfermedad que llagó su cuerpo y apariencia física, y su mujer le repudió. Descubrió entonces la paz, el silencio, la música del mundo interior, el espíritu libre de ataduras para seguir su camino hacia la felicidad;… y seguía dando gracias a Dios.

José María Casado
Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública

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