Mariano, ‘Duque de Béjar’

Rajoy se hace un selfie múltiple en su paseo triunfal por Béjar.

De entrada, ni los bejaranos ni la legión de informadores que acudieron este lunes a cubrir la visita de Mariano Rajoy a Béjar, se explicaban como el presidente del Gobierno gastaba el día festivo en Madrid para participar en un acto preelectoral en la ciudad textil.

 

Alejo Riñones, feliz junto a Rajoy, que saluda al público.
Alejo Riñones, feliz junto a Rajoy, que saluda al público.

Y menos aún, a sabiendas de que tendría que ejercer como hombre de Estado ante lo que estaba ocurriendo en Cataluña.
O quizá vino a Béjar por eso, para no utilizar la solemnidad de La Moncloa para darle mayor peso institucional a lo de los catalanes.

El caso es que el disgusto no se lo quitaría nadie, porque esas cosas cabrean. Así que, nada mejor para pasar el trago que darse un baño de masas en territorio menos hostil, como la localidad ducal entregada al PP con la inestimable colaboración del PSOE.

Todo estaba preparado para colmar de dicha al presidente y compensarle del sinsabor independentista. «Presidente» por aquí, «Mariano» por allá, le gritaban como si fueran amigos de toda la vida y era el primer presidente del Gobierno que visitaba Béjar. Pero los conquistó en un plis plas. Quién lo diría.

Empujones

Había empujones entre el público, integrado mayoritariamente jubilados, parados, amas de casa y estudiantes, algunos hacinedo pellas y otros, como los alumnos del colegio privado Nuestra Señora del Castañar, que cambiaron las clases para salir a al encuentro del presidente pancarta en mano, para regocijo de sus maestras.

Para entonces, la imagen de un Rajoy descorbatado, ya debía estar circulando por medio mundo entre selfies y whatsapps. Para que luego digan que no sale del búnker de La Moncloa.

Rajoy rodeado de bejaranos posa para las fotos.
Rajoy rodeado de bejaranos posa para las fotos.

Para una vez que va un presidente a Béjar, había que aprovechar. Rajoy, como mandan los cánones de la campaña electoral, accedía a todas las solicitudes, incluso a las de los adolescentes que le reclamaron su selfie como si fuera Justin Bieber. Pero Rajoy no se escapaba y no decepcionó a ningún fan, ni siquiera a los de su propio partido, que intentaban colocarse a su lado durante algún tramo del paseo para chupar selfie o cámara, casi perdiendo la compostura como los adolescentes que actuaban como si estuvieran ante su artista favorito.

El más comedido, como de costumbre, fue Juan Vicente Herrera, que trataba de ponerse en un segundo plano además de para evitarse empujones, para que la gente, que lo reconoce sin problemas, le pidiera cosas, como la señora que, entre sonrisas y agarrándolo por los brazos, le reclamaba una piscina climatizada para Béjar. Glub. Como para quedarse mucho rato allí.
Había que aprovechar que en Béjar había dos presidentes para pedir, por si acaso.

Pero si era el día de alguien, ese era Alejo Riñones, el alcalde de la «noble, leal, liberal y heroica» ciudad de Béjar, que por momentos seguro que llegó a levitar. No se ha visto en otra. Siempre al lado del presidente, que no le dejaba apartarse, acompañándole en su baño de masas por la calle Mayor, como si Rajoy fuera su amigo de toda la vida, cuando era el primer presidente del Gobierno que visitaba la villa, mientras en una fábrica textil se producían otros ocho despidos.

Alejo Riñones le hace una indicación al presidente del Gobierno.
Alejo Riñones le hace una indicación al presidente del Gobierno.

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