Los estudiantes de Educación de la Universidad de Salamanca han sido los primeros en notar las restricciones impuestas por el Ayuntamiento a las fiestas en la calle, aprovechando el malestar por las despedidas de soltero.
La Policía Local, con un despliegue mayor que en otras celebraciones universitarias, ha extremado el celo para impedir las charangas y el consumo de alcohol en la calle.
Sobre todo, en la zona de Van Dyck, donde se concentraron a partir del mediodía. Algunos que llegaban, como han hecho hasta este jueves, con sus botellas ya preparadas han sido advertidos, se les ha confiscado el calimocho y algunos han recibido la amenaza de una denuncia si volvían a verlos con alguna bebida por la calle bar.
Incluso los dueños de los locales estaban apostados a la puerta de sus respectivos establecimientos para impedir que alguien saliera con un vaso a la calle, porque en ese caso la multa sería también para ellos.
Un muchacho algo achispado se acordaba de Mañueco por querer amargarles la fiesta. «Hombre. Antes tampoco se podía, pero abrían un poco la mano y a la puerta algo se podía», acierta a decir.
De momento no les han dicho nada por sus disfraces, pero a partir de ahora si alguno entra dentro de lo ofensivo, también será motivo de intervención policial, como si fuera un calimocho.
Este celo por atajar los efectos de estas fiestas en la calle contrasta con la permisividad y el fomento de otros eventos como la Nochevieja Universitaria, que atraerá a decenas de miles de jóvenes que vienen dispuestos a todo menos a utilizar las bibliotecas.