Javier Núñez es diseñador, estilista y experto en moda. Durante la conversación hablamos de moda, de estilo, de prejuicios y de sueños… Hoy se acerca hasta Salamanca en su faceta como diseñador y lo hace por una buena causas: recaudar fondos para la Asociación Amigos de Cayapas. Se puede ver su espectáculo en el Alameda Palace a partir de las 19.00 horas. La entrada tiene un coste de 10€ y se puede adquirir en el propio hotel.
Javier, ¿cada mujer tiene su estilo o hay un tipo de ropa para cada mujer?
Creo que debería de tener cada mujer su estilo, lo que ocurre es que somos clones.
¿Qué han hecho las grandes cadenas multinacionales por la moda?
Lo único que han hecho es copiar. Además, nos han vendido la idea de que son más económicos, quizá al principio, pero si ahora nos vamos a comprar un abrigo a Zara y puede que te cueste más dinero que si lo compras en la tienda del pequeño empresario que está al lado.
¿Cree que la moda la marcan ellos?
Depende. Conozco a muchas personas que visten diferente, pero porque buscan prendas de diseñadores que son poco conocidos.
¿Estás marcas han conseguido globalizarnos?
No tanto. Puede que el escaparte sea igual o parecido aquí que en Nueva York, pero dentro no tienen la misma ropa. Por ejemplo, bajamos al sur y no tenemos las mismas prendas que aquí, aunque Zara sea la misma empresa. Estudian el mercado y conocen lo que les va a gustar o lo que van a vender.
La fusión de las grandes firmas de lujo como Gucci, Ives Saint Laurent, Chanel,…, ¿beneficia o perjudica a la moda?
Tienen que hacer esto para que las marcas subsistan.
Quizá pierdan identidad esas grandes marcas…
Es que ya se ha perdido esa identidad. Cuando los diseñadores empezaban, tenían su sello propio, ahora les da lo mismo, creo que lo que quieren es ganar dinero. Por eso, la ropa es mala. Una camiseta negra que te compras en una firma multinacional puede que te cueste dos euros, pero cuando la lavas sale de la lavadora gris. Al final, termina en la basura y así tenemos el planeta lleno de ropa. Hay una gran contaminación textil.
Además de diseñador es estilista. ¿Nos pueden dar el estilo?
Te lo pueden hacer. Te pueden recomendar y tú lo encajas o no.
¿Qué diferencia hay entre el personal shopper y el estilista?
El personal shopper te acompaña a comprar, pero también tiene que conocer lo que te gusta. Por ejemplo: No te puedo poner un estilo Ladylike o Preppy si no te gustan este tipo de conjuntos. Tendré que ver las prendas que te encajan y sobre ello trabajar. El estilista tiene un guión y con la ropa crear un personaje.
Ha vestido a personajes de series y cine y a presentadores de televisión. ¿Es difícil vestir a los televisivos?
No, es mucho más sencillo, porque los programas suelen estar patrocinados por firmas o esos presentadores son representantes de marcas, por lo que están obligados a llevar esas prendas. Lo más difícil es hacer un personaje con la ropa tanto en series, como en películas.
¿Qué serie le gustaría o le hubiera gustado vestir?
Soy muy de fantasía y de ciencia ficción. Trabajé como estilista en la serie Impares, de Antena3. Eran 50 personajes y estaban muy definidos. Molaba mogollón. Había una monja, una actriz porno, un Dani DeVito,… El vestuario marcaba muchísimo al personaje. Pero me gusta más cuando me llaman para diseñar el vestuario.
Ha hablado de ciencia ficción. ¿Cómo los vestiría?
Me encantan las películas de los sesenta y setenta de ciencia ficción, pero voy a contar lo que hice para un trabajo cinematográfico en Edimburgo, donde viví. Allí hay una escuela de cine y un director se puso en contacto conmigo, porque sabía que era estilista, para que le hiciera el vestuario de su corto, que era muy futurista. Cada personaje representaba una casta en esa sociedad. Todos vestían blazer, pero rollo Blade Runner, el jefazo iba vestido completamente de blanco, incluso la capucha, con sus insignias. La diferencia social se medía por las solapas de la blazer,… Era todo por capas y colores. Fue muy divertido, porque cogíamos ropa de las Charities, que son prendas donadas a la caridad, porque te quitan impuestos, te encontrabas chaquetas por un point, por lo que podías comprar muchas prendas por poco dinero y transformarlas.
¿La moda es diversión?
Diversión total. No hay que tener miedo a la hora de vestir. Al llegar el invierno, todo el mundo se viste de negro, ¡ni que el negro fuera una estufa! (Risas) Te puede abrigar lo mismo otro color. Si vamos vestidos de un sólo tono, hay que romper con un complemento de color. Salamanca es muy clásica. Eso sí, tengo que decir que me encanta ver a los hombre con capa castellana.
Hablemos de sus colecciones…
Sólo creo Alta Costura y no trabajo para vender, porque hago lo que quiero. He estudiado para hacer lo que a mí me gusta, no lo que le gusta a otros. Es una forma de expresar mi arte, mis sentimientos, mi manera de ser,… Esto me mola. Y que me digan: ‘¡Qué diferente! ¡Qué raro!’ Muchas veces nos vestimos igual que el resto por miedo al qué dirán, no porque no seamos creativos, pero a mí eso me da igual.
¿Qué nos vamos a encontrar en el desfile benéfico?
Veintiuno vestidos de mi colecciones, con sus veintiuna modelos. No puedo hacer cambios, porque cada vestido va acorde con el peinado, tocado y demás complementos. Todo es un conjunto. Soy muy de crear una atmósfera. Es un espectáculo. Esta colección se llama Onions (cebolla en inglés) Excepto el primer vestido que es azul, porque la cebolla necesita del sol, cielo y tierra para que crezca, los demás trajes que se lucen llevan la gama de colores que tiene la cebolla desde que nace hasta que muere. Hay un fábula, que se le entregará a todos los asistentes, donde se lee que nos ponemos tantas capas, que no dejan de ser prejuicios, que al final si queremos ser felices nos los tenemos que ir quitando. Nos vamos poniendo capas y capas. Lo que he hecho es ir quitando capas en cada vestido y cada uno de ellos representa algo muy especial para mí.
No llegará al veintiuno y será como el desfile de la película Pret-a-porter (Prêt-à-porter) dirigida por Robert Altman, que hizo que las modelos salieran desnudas…
(Risas) No, las capas me las he ido quitando yo, pero los vestidos tienen muchísimas capas.