[dropcap type=»1″]A[/dropcap]ntes de entrar al claustro de la Catedral Vieja para visitar dos de las capillas comuneras, la de Talavera y la de Anaya, debemos detenernos un momento en la cabecera del templo para hablar de un personaje singular, alto dignatario de la Iglesia salmantina, nada menos que deán de su Cabildo: Juan Pereira “el mozo”. Este destacado clérigo abrazó la revuelta comunera y se salvó de ir a prisión, e incluso de morir, por su pertenencia a la jerarquía de la Iglesia.
Parece ser que fue enterrado en la capilla mayor de la Catedral Vieja, o al menos eso fue lo que dejó ordenado en su testamento realizado ante el notario Francisco Guerrero el 11 de octubre de 1529, dato que recoge Villar y Macías en su Historia de Salamanca. En el citado lugar estaba también enterrado su tío, el arcediano don Diego Botello.
Juan Pereira fundó una capellanía en el altar de Nuestra Señora de la Estrella, y la dotó del rezo o canto de una salve las vísperas de su festividad. Dejó todos sus bienes al cabildo catedralicio, a la fábrica, capítulo del que fue deán durante muchos años, especialmente durante el conflicto comunero, en el que intervino activamente a favor de los sublevados. Como si de una herencia más se tratara, su padre desempeñó el mismo cargo que el hijo, deán de la catedral, hasta su jubilación en 1509. El altar dedicado a Nuestra Señora de la Estrella no existe en la actualidad, al menos bajo este nombre. Pero en el claustro de la Catedral Vieja se conserva un cuadro de la Virgen de la Estrella que bien pudo presidir el altar hoy desaparecido.
Juan Pereira dejó como testamentario a su padre, llamado Juan Pereira “el viejo” para distinguirlo de su hijo. El padre sobrevivió al hijo, murió dos años después que Juan Pereira, “el mozo”, y dejó sus bienes a otro de sus vástagos, Diego. Juan Pereira “el Viejo” pidió ser enterrado en la misma sepultura en la que estaban enterrados su hijo Juan y Diego Botello, y en el caso de que los cuerpos no estuvieran todavía consumidos, pedía que depositasen sus restos en la capilla de su abuelo, el arzobispo de Sevilla. Los Pereira pertenecían al linaje de los Anaya.
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