[dropcap]E[/dropcap]l señor ministro del Interior ha anunciado que pondrá en marcha instrumentos legales contra quienes están escribiendo en las redes comentarios indignos respecto al asesinato de la presidenta de la Diputación de León. Qué razón tiene. Es una excelente idea.
Cuánto le ha costado darse cuenta de que es preciso detener ese tipo de prácticas infames. Han tenido que ir dirigidas contra la memoria de una militante de su partido para que haya considerado que era necesario atajarlas.
Porque no se trata de prácticas nuevas. Hace diez años que una significada víctima del 11 de marzo, Pilar Manjón, sufre indefensa las agresiones de alimañas que escriben que se alegran de que los islamistas mataran a su hijo. Hace diez años que concentra el odio de un sector al que no se ha perseguido aún.
[pull_quote_left]Hace diez años que una significada víctima del 11 de marzo, Pilar Manjón, sufre indefensa las agresiones de alimañas que escriben que se alegran de que los islamistas mataran a su hijo. Hace diez años que concentra el odio de un sector al que no se ha perseguido aún[/pull_quote_left]Alguien debería explicar al señor ministro que las medidas que los gobiernos dignos de tal nombre toman se toman en defensa de todos los ciudadanos de un país, sin importar su opinión política. Cuando no es así, no merecen el nombre de medidas de Gobierno, y se hacen sospechosas de partidismo a los ojos de una ciudadanía atónita porque se toleren según qué cosas y se salga en tromba contra según qué otras.
Es una idea excelente la de perseguir actitudes violentas contra los españoles. Así, sin apellidos, españoles iguales. Españoles con derecho a que su Gobierno salga en su defensa aunque no simpatice con ellos. Que tomen de una vez esas medidas. Que se apliquen.
Y, por favor, que no nos cuenten que tenían que haberlas tomado otros. En marzo del 2012, cuando un cargo de Nuevas Generaciones dijo: “dudo que el hijo de esa tipeja fuese en el tren”, el ministro del Interior ya se llamaba Jorge Fernández Díaz.
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