¿Te has parado a pensar porqué hay juegos que te gustan y otros que no te interesan en absoluto? La respuesta no está en el juego en sí sino en ti. En la posición en la que por alfas u omegas razones terminas por ubicarte con respecto a ese juego.
Que un juego te divierta depende de lo cerca que estés del punto equidistanteentre la facilidad máxima, que terminaría por aburrirte y una dificultad extrema que generaría una profunda frustración. Un sudoku, uno interactivo de batallas galácticas en 3D, el mus, un puzle… Piensa en lo que te motiva y seduce la idea de completar uno de cuatro piezas con la cara de Bob Esponja creado para niños de meses o uno del desierto del Gobi de 250.000 piezas… Probablemente el primero te parecerá demasiado simple y el segundo… Demasiada arena, demasiadas piezas iguales. El primero es extremadamente sencillo, el segundo supondrá un esfuerzo titánico.
Para todo hay teorías, incluso para los juegos como verás. No solo sirven para el parchís y la oca. Es también muy aprovechable en contextos que, en principio, no tienen nada que ver con tirar un dado sobre un tablero.O sí.También en principio, no parece que las lentejas tengan mucho que ver con el chorizo, efectivamente. Nada que ver hasta que las mezclas en la misma cazuela.
En la Metodología Sistémica, una “evolución” de comienzos del siglo pasado de la Terapia Familiar se trabaja, entre otras muchas cosas, con afirmaciones como:
Juego es el conjunto de normas que se establecen en un sistema de relaciones interpersonales con el objetivo de representar como se estructura ese sistema.
Esta definición de juego servirá para prácticamente cualquier aspecto de la vida. Necesitamos normas que estructuren la manera en que nos relacionamos con los demás. Y las tenemos. Distinto es que aceptemos y nos valgamos de las más adecuadas o de sus matices (o atajos, o trampas) en cada situación. Juegos…
Te voy a hablar de un juego muy dinámico en el que quizá has participado alguna vez. Es para tres contendientes. Se llama “Vamos a pelear tú y el”. El primero en participar debe conseguir que los otros dos jugadores o grupos se peguen entre sí. Un ejemplo. Juan (jugador 1) le dice a Pedro (jugador 2) que Luís (jugador 3) ha dicho que no confía en él. Fin del juego.
Y punto para Juan. Pedro contemplará esa posibilidad inmediatamente. Fiscalizará palabras, miradas y gestos y con la cocción suficiente conseguirá convertir en realidad cualquier fantasía. No hace falta que sea cierto que Luís no confía en Pedro para que Pedro crea que Luis no confía en él. Ya lo dijo Juan basándose en váyase a saber qué. Juegos…
Ponemos las normas de casi todos los juegos en los que participamos. A veces incluso las compartimos con los demás. Recuerda que tanto sacar 3 veces 6 en el parchís como circular a 150 por autovía conlleva sanción. Juegos…
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