Testimonio de un voluntario con los refugiados en Alemania. «Viven una pesadilla»

Ramón Pérez, 76 años, voluntario que ha estado con los refugiados sirios en Múnich, Alemania.

[dropcap]V[/dropcap]i una revista de Manos Unidas donde se mostraba el horror que vivían los refugiados y me dije: ‘¿A qué esperas?’. Dicho y hecho, Ramón Pérez, 76 años, cuarenta de los cuales en Dinamarca como cocinero y desde hace 8, reside en Salamanca, inquieto y comprometido, decidió que ya era hora de conocer de primera mano lo que pasaba en Europa con los refugiados. Y lo hizo. «Saqué un billete de avión para Múnich y allí me presenté sin saber muy bien qué podía hacer».

Llenó su maleta de ropa de su armario, «porque estaba seguro que allí la podría donar». Así lo hizo. Se acercó hasta la organización Diakoni-Secondhand y le entregó sus prendas. Le comentaron que toda la recaudación que se consiguiera con la ropa, está destinada a ayudar a los refugiados.

Después de visitar varias parroquias para que le indicara dónde podía «echar una mano», le comentaron que los refugiados llegaban a la estación de tren y de allí eran alojados en el Bayernkasserne, una antigua base militar. «Era domingo, pero me acerqué hasta allí y me preguntaron qué sabía hacer. Les dije que era cocinero y me indicaron que muy bien, que podía ayudar en la cocina». Ése pensó que sería su lugar durante las semanas que permaneció en Alemania, pero la casualidad quiso que su destino no fueran los fogones.

Estaba en la parada del autobús que le llevaba hasta la antigua base militar y entabló conversación con una persona que tenía al lado. «Tobías, al igual que yo es voluntario. Le dije que estaría en la cocina y él me sugirió que si quería estar con los refugiados, mejor que estuviera con él».

Y así fue. Ramón Pérez se integró entre las 20 personas que cada día le ofrecen calzado, ropa de abrigo y medicinas a los voluntarios que llegan a Alemania. «Los miras a los ojos y parece que se acaben de despertar de una pesadilla. No se recuperan del drama que han sufrido en el viaje. Lo único que llevan con ellos es lo más valioso que tienen, sus hijos. Es un verdadero holocausto».

Ramón Pérez permaneció en Múnich varias semanas ayudando a los refugiados sirios que llegan a la ciudad alemana.
Ramón Pérez permaneció en Múnich varias semanas ayudando a los refugiados sirios que llegan a la ciudad alemana.

Su memoria guarda con especial cariño a una madre y sus dos hijos, uno de cuatro o cinco años y el otro un bebé. «La acompañé a coger lo que necesitaba y el mayor disfrutaba corriendo por los pasillos, lleno de vida, pero su madre estaba profundamente triste. Le pregunté dónde estaba su marido y me dijo que en otro campo de refugiados».

Pérez reclama más firmeza contra «las mafias y que la OTAN ponga a disposición de estas personas los barcos. Es lamentable que cada día mueran personas en el mar, intentando salvar sus vidas».

¿Qué ha aprendido de su experiencia?
Está bien que les ayudemos dándole ropa, cobijo y comida, pero después hay que enseñarles donde están, cómo es nuestra cultura, nuestras tradiciones y nuestra manera de vivir, porque muchos de ellos vienen de zonas muy pobres, que no conocen la manera de vivir de Europa y se enfrentan a este nuevo reto. No los podemos dejar sin este otro amparo, porque no saben cómo desarrollarse aquí y es también muy importante ayudarles a integrarse en nuestro mundo.

¿Volvería?
Sí. Es más, ahora en Semana Santa regreso.

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