[dropcap]U[/dropcap]n beligerante samurái acudió a su maestro zen para que le ayudara a resolver las dudas que tenía acerca del cielo y el infierno. Este le respondió con desdén – No eres más que un patán y no puedo malgastar mi tiempo con tus tonterías.
Tocado su orgullo, la ira se apropió del samurái que desenvainó su espada y gritó: – ¡Podría matarte por tu impertinencia! – Se acaban de abrir las puertas del infierno – repuso el maestro con calma.
Tras unos momentos de desconcierto percibió la verdad en lo que el maestro señalaba con respecto a la furia que lo dominaba. Sereno, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al maestro la lección. – Eso… Eso es el cielo – finalizó el maestro.
Del Japón del Bushido a la antigua Grecia con el “Conócete a ti mismo” (gnóthiseautón) que rezaba en el templo de Apolo en Delfos. Se podría decir que ciertas cuestiones han ocupado a la humanidad en distintos tiempos y lugares… excepto quizá en estos últimos modernos nuestros de escaparates, lucecitas y eslóganes de hasta 140 caracteres…
Otro salto en el tiempo y hacia el oeste y nos encontramos con Mayer y Salovey (Universidades de New Hampsire y Yale). Afirmaron que conocerse a uno mismo significa ser consciente de nuestros estados de ánimo y de los pensamientos que giran alrededor de esos estados. Estar atentos a ellos, sin reaccionar, sin juzgarlos. El primero opina que existen varios estilos diferentes de personas según como atienden o tratan sus emociones. A ver si te encuentras en alguno de ellos:
Eres consciente de ti mism@: Eres consciente de tus estados de ánimo. Eres una persona autónoma, sabes hasta donde puedes llegar.Tienes claridad y desarrollo emocional, lo que afecta, lo que sujeta todas las facetas de tu personalidad. Tienes una visión positiva de la vida y cuando aparece un estado de ánimo negativo le das las vueltas justas, por supuesto sin obsesión alguna, lo que permite que la luna se vaya abriendo camino entre los nubarrones.
Estás atrapad@ por tus emociones: Te desbordan, te abruman, te enloquecen o paralizan, no puedes escapar de ellas, tus estados de ánimo te esclavizan. No tienes control sobre tu vida emocional, eres voluble y no muy consciente de tus sentimientos ni de cómo te obligan a actuar, cómo te condicionan, como dirigen tus respuestas… Cuando el estado de ánimo es negativo… bueno, ahí te quedas… No puedes escapar.
Aceptas resignadamente tus emociones: Percibes con cierta claridad lo que estas sintiendo y simplemente lo aceptas.Con pasividad. Ninguna intención de cambiarlo, laissez-faire dicen en Francia… En este tercer grupo hay dos versiones, la depresiva, en la que se hace evidente la falta de control y de consciencia ante una emoción “negativa” y otraque camuflabajo la careta del buen humor una total falta de motivación para cambiar el estado de ánimo.Aunque se identifique como malo.
Pista: Deseo que sólo te encuentres en la primera.
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