[dropcap]L[/dropcap]os lectores de La Crónica de Salamanca, por su propia cuenta, o a través de los artículos que hemos publicado últimamente sobre la Conferencia del Clima de París, ya están en el intríngulis -como se decía antes- de lo que significa el nuevo Acuerdo para tratar de frenar el calentamiento global y el cambio climático.
Pero eso no significa, ni mucho menos, ni para los lectores ni para el resto de los mortales, que todo esté en vías de solución. Porque nada más producirse el encuentro en la capital francesa, ya surgieron comentarios en pro y en contra, que hoy traemos a colación en este espacio.
Es verdad que el 12 de diciembre de 2015, en Lebourget, el plenario de la COP-21 se puso en pie y aplaudió durante más de dos minutos a Laurent Fabius, François Hollande, secretario general de la ONU Ban Ki moon y Christiana Figueres, Secretaria de la Convención Marco del Cambio Climático. En tanto que Al Gore, Premio Nobel de la Paz por sus actividades ecológicas, aplaudía a rabiar en primera fila, en lo que se llamaba el patio de butacas. Y después, vinieron algunas opiniones de urgencia:
– Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU reconoció que uno de los objetivos primordiales de su mandato, era conseguir un Acuerdo como el de París, y comentó que desde su punto de vista los países del mundo habían pasado de lo “imposible” a lo “imparable”.
– Por su parte, Greenpeace aprobó, críticamente, el Acuerdo. Su director Kumi Naidoo lo valoró en general como positivo, todo un avance, pero recalcó que hay partes del mismo que resultan decepcionantes y frustrantes.
– En la misma línea se ha pronunciado la ornitóloga Asunción Ruiz, desde Seo/BirdLife, quien afirma que las conclusiones de la COP-21 reconocen como prioritario y urgente el combate del cambio climático, por el hecho de que la cuenta atrás para el fin de los combustibles fósiles ha comenzado; pero echó en falta que no haya fechas explícitas para el cumplimiento de los objetivos.
[pull_quote_left]Si bien 195 países firmaron en París el documento, frente a las declaraciones que calificaron el Acuerdo como un hito histórico, otros lo estimaron como un juguete inútil y carísimo.[/pull_quote_left]Claro es que no todo fueron parabienes. Porque si bien 195 países firmaron en París el documento, frente a las declaraciones que calificaron el Acuerdo como un hito histórico, otros lo estimaron como un juguete inútil y carísimo. Eso es lo que, casi lapidariamente, manifestó James Hansen, que con su comparecencia en el Senado de EE.UU., en 1988, dio el pistoletazo de salida a la inquietud climática en su país. Y tan reconocido precursor, a poco de adoptarse el Acuerdo de París, declaró al rotativo The Guardian que el texto no pasaba de ser un fraude:
Porque no hay acción, sólo promesas. Lo que han hecho los países es situar los dos grados como objetivo e intentar hacerlo un poco mejor cada cinco años. Es sencillamente una mentira que ellos digan ‘tenemos un objetivo de 2ºC y trataremos de hacer (las cosas) un poco mejor cada cinco años’. Son palabras sin ningún valor. No hay previsión de grandes acciones: solo promesas. En la medida que el combustible fósil sea el más barato, se seguirá quemando.
Hansen subrayó, además, que en el Acuerdo “no existe ningún mecanismo de sanción contra los incumplidores, y cada país decidirá qué va a hacer para reducir sus emisiones. Planes, que se revisarán en 2018 y deberán ser actualizados, pero que no obligan a nada, por lo que podrán incumplirse sin más”. Debiendo recordarse que para Hansen, la clave para que se frene el calentamiento global está en grabar con impuestos los gases efecto invernadero.
Bill Gates, que no asistió a la Cumbre de París, optó por un enfoque muy diferente: el 30 de noviembre, al comienzo de la Conferencia de París, anunció que crearía un fondo para la investigación en nuevas fuentes de energía: la Breakthrough Energy Coalition, que reúne a algunos de los hombres más ricos del mundo:
[pull_quote_left]No existe ningún mecanismo de sanción contra los incumplidores, y cada país decidirá qué va a hacer para reducir sus emisiones[/pull_quote_left]A fin de que sus fortunas sirvan para intentar nuevos enfoques, investigando las fuentes de energía más prometedoras. Las tecnologías que tenemos hoy, como la eólica y la solar, han hecho muchos progresos y podrían ser un camino al futuro energético de cero emisiones de carbono. Pero dada la magnitud del desafío, tenemos que explorar muchos caminos diferentes; y eso significa que también tenemos que inventar nuevos diseños, más efectivos y más económicos.
Por lo demás, una reacción inmediata muy esperada sobre la Cumbre de París, fue la de Bjorn Lomborg, para quien el Acuerdo “será probablemente el más caro de la historia de la humanidad”. Según sus cálculos, costará a la economía mundial entre uno y dos billones de dólares al año, por el menor crecimiento que supondrá elevar el precio de la energía.
El otrora enfant terrible del medio ambiente mundial, no cree que con el Acuerdo se ataque realmente el problema, por lo que se apuntó a la iniciativa de Gates:
Aunque sea necesaria más financiación, el Fondo dirigido a aumentar la eficiencia y rentabilidad, de Bill Gates, es lo que realmente va a promover una situación diferente en la cuestión del clima, porque decir que París nos llevará a 2°C es, en el mejor de los casos, una postura más bien cínica, que se basa en una ilusión. Es como iniciar una dieta para bajar de peso, y declarar la victoria después de la primera ensalada. Hasta que no haya un avance que haga realmente competitiva a la energía verde, es muy poco probable que haya reducciones masivas de carbono”.
Por lo demás, una observación del más alto interés: según Bjorn Lomborg, “el cambio climático preocupa a Europa, pero no al mundo en general”. Y subrayó que si bien muchos de los dirigentes y líderes que estuvieron en París hablaron en nombre de los pobres del mundo, hay que dejar claro que el tercer mundo no tiene mayor interés por el tema:
La ONU ha preguntado a más de ocho millones de personas en todo el mundo cuáles son las políticas a las que dan más prioridad. Y el clima quedó en decimosexto lugar de dieciséis opciones. En definitiva, la verdad es que el calentamiento global es un desafío que preocupa mucho más al mundo desarrollado que a los más pobres del mundo.
[pull_quote_left]El acuerdo costará a la economía mundial entre uno y dos billones de dólares al año, por el menor crecimiento que supondrá elevar el precio de la energía.[/pull_quote_left]Por su parte, la máxima responsable de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, Secretaria de la Convención Marco de Cambio Climático, aseguró que las metas propuestas en el Acuerdo de París nos llevarían, a pesar de todos los recortes previstos, a un aumento de las temperaturas de 2,7 grados. Fundamentalmente, por la evolución del consumo en los países menos desarrollados, que entre 2015 y 2020 serán los de máximo crecimiento demográfico; para pasar el mundo de una población de 9.000 millones de seres humanos en 2050, a 11.000 millones en 2100; y con 3.8000 millones de crecimiento entre 2015 y 2100, la mayor parte en lo que hasta hace poco se llamaba tercer mundo.
En cuanto a Miguel Arias Cañete, nuestro compatriota, Comisario de Energía y Cambio Climático de la UE, manifestó que la propia Unión y las potencias mundiales se han comprometido en la COP-21 de París a implementar “un cambio radical” en sus actuales sistemas energéticos; y enfatizó que “la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables no se va a producir de un día para otro, pero es un proceso irreversible. Estamos en un proceso imparable -agregó- de descarbonización de nuestras economías; la eliminación del gas y del carbón va a ser una revolución radical y el proceso de sustitución de las energías fósiles por las renovables es imparable”, reafirmó.
Estas son algunas consideraciones útiles, estimamos, para valorar mejor el Acuerdo de París de 12 de diciembre de 2015. Pero volveremos al tema en alguna nueva ocasión, para seguir analizando una problemática crucial para todos los habitantes del planeta Tierra.
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