[dropcap type=»1″]A[/dropcap]lgunas de las primitivas monjas clarisas salmantinas visitaron Asís y conocieron en persona a Santa Clara, que aportó al convento sus constituciones. A partir de entonces, el pequeño beaterio se convirtió en convento, añadiéndoseles las casas y los terrenos adyacentes. Hasta doce mil metros cuadrados llegaron a pertenecer al beaterio en pleno siglo XIII.
Después de constituirse en monasterio recibieron ayuda de papas, reyes y, por ende, de nobles y obispos salmantinos. De su claustra salieron monjas para fundar conventos en Toro y Astorga. En Salamanca ayudaron a la fundación del convento de Corpus Christi y al de las Franciscas Descalzas. También contribuyeron a la fundación de conventos en Mayorga, Valladolid y, en la finca del Zarzoso, al nacimiento del monasterio de Porta Coeli, construido en pleno campo, en el municipio de El Cabaco, en territorio perteneciente a la diócesis de Ciudad Rodrigo.
[pull_quote_left]Las monjas mantenían a la vez dos observancias, la de San Benito y la franciscana, aunque al final primó esta última sobre la primera[/pull_quote_left]Las monjas mantenían a la vez dos observancias, la de San Benito y la franciscana, aunque al final primó esta última sobre la primera. Los reyes tomaron bajo su patrocinio a las clarisas, llegando a exonerarlas de algunos impuestos. El apoyo de las altas instancias políticas y religiosas acumuló en el convento mucha riqueza y patrimonio que hizo que la vida de la comunidad se relajara, dando lugar a más de un escándalo. Las mujeres de alta posición entraban en el convento acompañadas de criadas, legas y donadas que hacían la vida de las monjas acomodada y alejada de la rigidez de los primeros tiempos.
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