García Lorca, Serrat y hasta los mexicanos Maná han escrito sobre el mito de una mujer que se queda esperando a que regrese su amado, pero muy pocos han captado en imágenes esta sensación de soledad y desesperación que produce el verse abandonado.
Manuel Barroso consigue con sus fotografías captar la incertidumbre, primero, la desolación, después y por último, la locura que supone el avanzar hacia el altar y cuando va a conseguir convertirse en la esposa de su amado, éste se desploma y muere. Ella se convierte en viuda sin dejar de ser novia.
Esta terrible y trágica historia, sin llegar tan lejos, le ocurrió a Doña Rosita la soltera, la obra de Federico García Lorca que se pasó la vida esperando a que su novio regresara para poder casarse. No hay nombre de varón, como tampoco lo hay en la muestra fotográfica de Barroso que se puede ver en la cafetería del Casino hasta el día 17 de abril. Tampoco existe un nombre en el amado que espera la Penélope de Serrat en un banco en la estación. Pero cuenta la misma historia, aunque en el caso de Penélope, sí regresa, pero él no es a quien espera. Y esta misma leyenda es la que canta Maná en El Muelle de San Blas.
La vida de estas novias viudas concluye en la vendita locura del amor, la misma que expresan las imágenes de Barroso.