[dropcap]J[/dropcap]osep Cruanyes busca el consenso sobre el Archivo de la Guerra Civil. Nos da las claves de cómo se ve la polémica sobre los documentos que se encuentran en el colegio de San Ambrosio desde Cataluña. Nada que ver a la percepción que existe desde Salamanca.
Josep, ¿los catalanes hablan con tanto desprecio de los salmantinos como ocurre aquí con respecto a ustedes?
No. Desde el punto de vista de los catalanes cuando nos referimos a ‘Los papeles de Salamanca’ no hay una referencia a los salmantinos, porque de hecho lo que se hace es identificar unos documentos que requisó el franquismo y que están accidentalmente en Salamanca. Hay muchos catalanes que van a Salamanca, se pasan por el archivo para ver los papeles, pero no se identifica de ninguna manera, como tampoco podíamos identificar a los salmantinos como franquistas, porque Franco, durante parte de la Guerra, estuvo en Salamanca y en concreto en el palacio del obispo.

Por cierto, obispo catalán…
Sí, Enrique Plá Deniel, por lo tanto esto no implica que los salmantinos fueran franquistas, ni que el hecho de que el obispo catalán, que era franquista, los catalanes lo seamos. No tiene nada que ver.
De todo lo que ha leído o oído. ¿Qué es lo que más daño les ha hecho?
La cuestión que duele más es que con la polémica interesada que se ha hecho sobre este tema, al final se esconde la cuestión de fondo.
¿Cuál es?
Lo que al final se esconde es que un botín de guerra fue quitado por la fuerza a miles de personas e identidades de todo el Estado, que el franquismo lo utilizó para perseguir a las personas por su ideología, pues lo que pretende esta polémica es que no se resuelva.
¿En qué sentido?
En el de que se ponga de manifiesto qué representa este archivo, por qué se hizo y por qué está ese fondo ahí y que, por lo tanto, existen unas familias que desde hace muchas décadas esperan o tienen el derecho de esperar que se le restituyan estos documentos, que son de muchos tipos y muchas veces de tipo personal.
Si le digo Archivo de la Guerra Civil. ¿Cuál de estas tres palabras le rechinan más?
La primera, porque desde un punto de vista archivístico, el único archivo que hay en el edificio del antiguo Colegio de San Ambrosio es el archivo de un organismo franquista. Éste es el archivo, de verdad. Es un archivo que es la delegación de recuperación de documentos, que allí está toda la documentación de cómo programaron aquella operación, cómo la llevaron a término y después, de qué manera utilizaron el trabajo que tenían programado. Después hicieron tres millones de fichas de personas por su ideología que se utilizaron para la persecución política. Esto es la parte esencial. ¿Archivo de la Guerra Civil cuando se refiere a los documentos que hay en este fondo? No tiene nada que ver. Allí los franquistas requisaron documentos a entidades o personas no porque fueran de la Guerra Civil, más bien allí hay todo tipo de documentos.
¿Como por ejemplo?
Hay documentos de entidades, de actas de fundaciones que se crearon a finales del siglo XIX, hasta en el momento que se hizo la requisa que fue en 1939. Por lo tanto, podíamos decir que un archivo de la Guerra Civil sería impropio desde el punto de vista archivístico, si acaso sería un centro de documentación sobre la Guerra Civil. Un archivo es la documentación que un organismo, una familia o entidad genera por su actividad. El archivo de la Guerra Civil sería toda la documentación generada durante toda la Guerra Civil. Es decir, toda la documentación de los ayuntamientos, de los ejércitos, de todas las personas que participaron en la Guerra Civil. Sería el conjunto de archivos de todo el Estado. Y eso no está en Salamanca. Además, la finalidad de aquel fondo de documentos no fue de ninguna manera hacer un archivo de la Guerra Civil.
¿A qué se refiere?
Lo que hicieron en primer lugar, y lo he podido estudiar desde el punto de vista de Cataluña cuantitativamente, requisaron millones de documentos y cuando lo tuvieron en el centro de procesamiento, que estaba en Salamanca, procesaron estos documentos y se quedaban con los que hacían referencia a nombres de personas relacionadas con entidades políticas y el resto lo destruyeron o lo entregaban, como está documentado allí, para hacer pasta de papel que en su mayor parte era destinada a hacer las fichas de cartón y papel para hacer los informes con los antecedentes políticos que necesitaba este organismo.
¿De verdad?
Sí, necesitaban mucho papel, porque después de la Guerra escaseaba.
¿Qué se consiguió con todo esto?
La destrucción de la mayor parte de este patrimonio. En la documentación que encontré se dice que en el convento de Santo Domingo, que es donde tenían el almacén con la documentación que iba llegando de todo el Estado, al final de la Guerra cuando ya habían procesado toda la documentación de la primera parte de la Guerra, del frente del norte, de Asturias y del País Vasco, ellos mismos dicen que habían confeccionado 500.000 fichas. Pero, aún quedaba el resto de documentación que procedía de Cataluña, de Madrid, la de Valencia,… Toda esta documentación la cuantificaron en 500 toneladas.
¡Por favor!
Si miramos la documentación que se conserva en el fondo de Salamanca no hay ese volumen. Por lo que siguiendo unos criterios simplemente policiacos, de represión política, la mayor parte de esta documentación se destruyó y por lo tanto, se perdió. Querer denominar a lo que hay en Salamanca como Archivo de la Guerra Civil, en el sentido de preservación de patrimonio, esto sería lo último que se pretendió, porque una de las peores acciones que se pueden hacer si lo que se pretende es crear un archivo es la destrucción de documentos que ellos sí protagonizaron con esta operación.
Si se puede sacar algo positivo de todo esto… reciclar, sí reciclaban…
Sí, (sonrisa) claro que sí. De hecho, además de los papeles que reciclaban para hacer las fichas, había más. Ellos reciclaban mucho, porque las copias de los documentos donde hacían los informes administrativos que se conservan de este organismo, en la mayoría, por la parte de atrás, se ven los membretes de organismos republicanos, de la Generalitat, de las Cortes Republicanas, de Consejerías… aprovecharon el papel en blanco que encontraron en las requisas para su propio uso.
Desde su punto de vista. ¿Qué se debería hacer con el Archivo de la Guerra Civil?
Lo mismo que hicieron en Berlín con el edificio de la Stasi, de la policía política alemana. Se conservan las dependencias de aquel organismo y se puede visitar y además, se puede ver el archivo donde tenían los informes y las fichas y está a disposición de todos los ciudadanos. Lo que tenía que hacerse en Salamanca es primero, aparte de hacer un centro de documentación sobre estudios de la Guerra Civil, que sería muy interesante y una tarea que se debería hacer, lo que se debería hacer es separar de una manera concreta aquel organismo. Además, tiene elementos que forman parte de lo que pretendía aquel organismo.

¿Como cuáles?
Por ejemplo, la sala de la Masonería. Es un elemento muy significativo de lo que pretendían crear en El Escorial, lo que denominaban el gran museo de la cruzada. Instalando distintas salas donde ridiculizar las organizaciones que se perseguían como los partidos políticos, los masones,…
Hay una sala dedicada a la masonería…
Sí, correcto. Es lo único que se ha ‘salvado’ del gran proyecto del museo de la cruzada. Sólo esa sala, pero cuando la ves nadie te explica que todos los muebles e insignias que hay allí son los restos de la gran requisa que se hizo en las Logias Masónicas. Se llevaron todos los elementos decorativos y todos los muebles. De hecho, en Salamanca, al final de la Guerra Civil, el edificio del colegio de San Ambrosio estaba lleno de muebles de la masonería, y al final debieron tirarlo, porque si miras las sillas, cada una es distinta porque provienen de distintas Logias. Todo esto se tendría que explicar así. Tendría que ser visitable la sala donde están los tres millones de fichas, para que viesen lo que representaba y tendría que haber una exposición permanente de lo que se hizo, de los libros que habían requisado, porque por ejemplo otra cosa que he encontrado demencial es que en el fondo de libros del archivo se mezclan lo que eran los libros requisados con los libros adquiridos de tipo histórico con posterioridad.
¿Qué cree usted que se pretende con esto?
Confundir. Desdibujar y esconder lo que realmente representa aquello. Por ejemplo, en el fondo de libros se tendría que ver de qué manera qué tipo de libros hay. Si se ven los libros compruebas que los hay religiosos, de literatura, sería muy interesante que estuvieran expuestos para comprender porque se requisaba todo aquello. Por ejemplo, en el caso de Cataluña se requisaron bibliotecas enteras con libros de literatura catalana.
¿Qué sentido tenía llevarse esos libros?
Uno de los objetivos del franquismo era perseguir las lenguas no castellanas. Por lo tanto, aquello representaba un elemento a destruir. Todo esto es lo que se tendría que explicar.

Desde su opinión, ¿a qué responde la Ley de la Memoria Histórica?
Responde a una cuestión que la ONU ha recordado y recuerda de una manera reiterada al Gobierno español. Lo que dice la ONU es que un país cuando sale de una Guerra Civil y de una dictadura debe hacer políticas de reparación de injusticias. Es básico para la sociedad. Además, sería muy interesante para que no se repitan esas situaciones. Por ello, hay que hacer una política de restituir a las víctimas, explicar los hechos y la verdad de lo que pasó y representó. Estas actuaciones son las únicas que pueden hacer superar estas situaciones y las únicas que pueden compensar el daño de las personas que padecieron aquellas injusticias. No sólo fue que le incautaron documentos, también sufrieron duramente las consecuencias de estar en estas fichas. Tuvieron problemas para encontrar trabajo, acceder a determinados cargos,… y formó parte de esta persecución que el régimen mantuvo durante años.
Sería bueno que sanaran las heridas…
Más aún. Tendría que ser un orgullo plantear esta cuestión y resolverla.
No es tarde. ¿Por dónde se podría comenzar?
Devolviendo a todos los miles de personas, no sólo de Cataluña sino de todo el Estado, estos documentos que son suyos y que en Salamanca se conservarse este archivo explicando lo que es. Es justo lo contrario de como lo han presentado y que pretenden que siga siendo. Tendría que ser un elemento de orgullo para Salamanca, de ser la sede donde se cuenta lo que ocurrió realmente, de denunciarla y de exponerla. Así sería un elemento de reconciliación, porque a la vez que se hace esta recuperación de esta injusticia y se denuncia, esto mismo representaría una reconciliación entre las personas, porque si no es así, allí siguen viendo un elemento de oprobio.
¿Conoce a alguna familia que sienta esto que cuenta?
Sí, a muchas. Por ejemplo: la familia del político republicano Ángel Ossorio y Gallardo. Ellos pideron al Gobierno Español que se le devolviese la correspondencia privada y se lo negaron. Esta familia sigue viendo al Estado y a aquel organismo donde está la documentación de su abuelo, como un lugar de represión y de contrariedad. Continúan viendo allí una especie de cárcel donde están las cartas de su abuelo, un político muy importante y de una gran riqueza intelectual. No le dan su correspondencia. Mientras se mantenga esto, se mantiene el dolor y en definitiva, el objetivo último que pretendían los que hicieron aquella barbaridad.






















1 comentario en ««La polémica sobre el archivo pretende que no se resuelva una injusticia»»
Que el Archivo se ha convertido en un instrumento político es cierto. Por ambas partes. En lugar de establecer un sistema por el que los particulares, los interesados, solicitasen oficialmente la devolución de sus papeles, se adoptasen las medidas oportunas para no dañar el archivo y se les devolviese, se han hurtado, sin control, sin registro, sin listados de la documentación que salía (¿por qué se niega esa relación de documentos que debería existir?) y remitiendo a la Generalitat documentación que nada tiene que ver con Cataluña, ni con los catalanes.
Utilizar el archivo para zaherir a los salmantinos o a los catalanes es una trampa saducea, pero hacer las cosas mal es responsabilidad de los aquí y de los de allá. No se puede hacer un discurso victimista y lacrimógeno como el que hace este señor.