La crecida del río Tormes se ha acentuado en las últimas horas, y el agua baja con más fuerza a su paso por Salamanca.
La zona del Puente Romano está aneada por amabas márgenes, dejando en medio del cauce los árboles y focos que iluminan el monumento.
De hecho, no queda ni un solo ojo del puente sin agua circulando entre sus piedras, algo insólito durante la mayor parte del año.
La crecida del río, regulado por la apertura de compuertas en la presa de Santa Teresa, ha ocasionado un desbordamiento controlado que ofrece un espectáculo natural impresionante a quienes se acerquen a contemplarlo.