[dropcap]R[/dropcap]odar en Salamanca simulando Verona (como va a suceder aquí a partir de mañana lunes con el rodaje de Still Star Croosed) o rodar en Verona como si fuera Verona misma o, más difícil todavía, rodar en unos estudios madrileños llamados Verona y construir ahí hasta un puerto de mar. Todas esas, y algunas más, son las opciones cinematográficas que tan shakespiriana (e italiana) ciudad da. Vamos a verlas.
En mayo de 2010 se estrenó en los cines Cartas a Julieta, una película norteamericana de corte romántico (no podía ser de otro modo) protagonizada por Amanda Seyfried, Vanessa Redgrave, Gael García Bernal y Franco Nero. Está filmada en Verona y en la Toscana italiana.
Cuentan las crónicas del rodaje que uno de los aspectos más espinosos de la producción fue convencer al Ayuntamiento italiano para cerrar al público durante dos días la conocida como ‘Casa di Giulietta’: «Fueron necesarios casi tres meses de negociaciones para que se dieran cuenta de los beneficios del turismo a largo plazo que representarían los dos días de problemas» (Gary Winick, director).
Por cientos se cuentan los turistas que a diario acuden a esta supuesta casa de la amante universal a dejar su carta de amor prendida en algún lugar de una repleta pared. No abrirles la puerta a su recinto soñado le pudo oler casi a motín al Consistorio veronés.
Otra Verona se instaló en Madrid, concretamente en el kilómetro 21,800 de la carretera de Colmenar Viejo. Y ahí, en unos estudios cinematográficos con solera, se aplacó también algún que otro motín… cinematográfico.
Luis Buñuel quiere rodar Tristana. Estamos en 1963. Pero… se topa con Manuel Fraga y el proyecto (para cuyos exteriores se barajó la opción de Salamanca aunque finalmente la elegida en exclusividad fue Toledo) se alarga hasta 1969. Y todo se soluciona en un cara a cara entre Buñuel y Manuel (Fraga). El cineasta lo cuenta así:
«Fraga Iribarne se oponía. Le escribí a mi amigo Rafael Méndez, un sabio español, jefe de Farmacología en el Instituto de Cardiología de México. ‘Querido Rafael, tu amigo Fraga se opone a la película’. Rafael toma el avión -fíjense ustedes qué amigo- se presenta en Madrid y habla con Fraga. Éste le dice: ‘Que hable Buñuel conmigo’. Yo quería que la entrevista fuera con testigos, pero Fraga insistió en que deberíamos ser él y yo a solas. Me pareció inteligente y simpático Fraga, no me recibió altivamente. Me dijo que en España no estaban preparados para mis películas; le dije que ‘Tristana’ la filmaría con fidelidad al guión presentado. ‘Bueno -me dijo-, tiene usted luz verde. Haga la película y ya veremos’. No me cortaron nada»
En los Estudios Verona, los elegidos, se recreó para Tristana un singular café. Después, en esos mismos estudios, se construyó un puerto exótico de mar para El viaje fantástico de Simbad (1973). Y en esa Verona castiza rodó José Luis López Vázquez a las órdenes de George Cukor otro viaje,Viajes con mi tía (1972) en este caso.
Y fue con un Cukor que no conocía el trabajo del actor español; le había contratado de oídas y, después, ya metido en harina y en la grabación madrileña, fue cuando al fin tuvo tiempo para disfrutar con la interpretación de López Vázquez en Mi querida señorita. Cuenta esto el actor en su biografía autorizada sobre ese anecdotario ‘veronés’ de los Estudios Verona:
«Entró (Cukor) en mi camerino demudado y me dijo: ‘Perdóneme usted, yo no le conocía y no sabía que tenía tal capacidad de actor, perdóneme pero, claro, la ignorancia…»
Cukor, sí, el mismo de Historias de Filadelfia y el que, por cierto, rueda en 1936 Romeo y Julieta con Norma Shearer, Leslie Howard y John Barrymore. Obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar y se llevó uno, a la mejor Dirección Artística. La película se grabó durante casi seis meses y tuvo el presupuesto más elevado de las producciones sonoras de la MGM hasta la fecha: dos millones de dólares.
Eso, y una anécdota fatídica digna de los amantes de Verona. En el día del estreno de la cinta en Los Ángeles murió el marido de Norma Shearer, la protagonista. De nombre Irving Thalberg, tenía 37 años.
La fiesta se tiñó, desde luego, de otro color.
1 comentario en «Salamanca, la Verona de la tele americana»
Enhorabuena a los que han hecho posible que esta producción se filme en Salamanca.
Esto incrementa la economía local y nos proyecta como Ciudad Universal ya que el cine y la televisión son el único escaparate de muchos ciudadanos.