Hace exactamente 400 años, más o menos a eso de las 20.00 horas de la tarde, Cervantes se hallaba en su lecho de muerte en el comúnmente conocido como Barrio de las Letras del centro de Madrid.
En un homenaje a su memoria y a lo que fue y supuso la época histórica que vivió, el catedrático de Lengua y Literatura Española Antonio Ojanguren Areces clausuró el XIV Ciclo Cultural del Colegio de Médicos de Salamanca con su conferencia “Médicos y Sanadores en la época de El Quijote”.
Antonio Ojanguren explica que en una época en la que la población era diezmada por la sífilis, la peste, o epidemias como la viruela, había un gran número de personas dedicadas al ámbito de la salud, si bien no tal y como lo conocemos hoy en día.
Los profesionales sanitarios de la época del siglo XVI no contaban con la cura milagrosa de los antibióticos y sus pacientes llegaban, tan solo, a los 30 años de vida de media, con una alta tasa de mortalidad infantil.
Requisitos
Para ser médico hoy en día uno tiene que pasar por la educación básica obligatoria, el bachillerato de ciencias, la Facultad de Medicina de la universidad, el MIR… En los tiempos en que Cervantes concibió las aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, un estudiante deseoso de convertirse en médico solo tenía que aprobar el bachiller de artes y cursar los cuatro ó cinco años de formación universitaria en medicina. Eso sí, debían ser letrados, es decir, saber latín. La lengua romance no era suficiente para esta profesión.
En la época de Miguel de Cervantes, lo que más abundaba era el trabajo de sanadores, tanto en posesión de un título que les certificara de poseer tales cualidades curativas, como intrusos. Los sanadores eran los que atendían a los enfermos en los distintos pueblos y aldeas, ya que había pocos médicos.
Los médicos actuaban en las grandes ciudades ya que, como explica Ojanguren, “cobraban lo suyo”. El catedrático apuesta que, probablemente, en el lecho de muerte de Miguel de Cervantes hubiera un médico.
Y su campo de intervención sanitaria era tan amplio como a priori pueda sonar grotesco. Sangrías, inyecciones, extracción dental, problemas de vejiga, trepanaciones de cráneo… “lo que les echaran”, concluye Antonio Ojanguren.
El conferenciante aprovechó su intervención para, en el preámbulo de su ponencia, “dar gracias a los médicos por mantenernos psicosomáticamente en forma”. Habló sobre el desarrollo de la medicina en la época de Felipe II y Felipe III y aprovechó para hablar sobre el libro “El arte de curar en los tiempos de Don Quijote”.
Texto y foto: Paula Castro Morán