Opinión

Love is in the air

 

[dropcap]E[/dropcap]l amor está en el aire, donde quiera que mires. En cada mirada, en cada sonido, en tus ojos, en el murmullo de los árboles, en un trueno en el mar, cuando dices su nombre, en una puesta de sol, cuando el día está a punto de terminar, cuando te acercas. ¿Evidencia de tontuna o de inteligencia? Es algo en lo que hay que creer. Palabra de John Paul Young a finales de los 70. Estaría enamorado. Es relevante.

Para que todo esto tenga sentido, sea lógico o simplemente suceda dice la ciencia que debemos ir hasta arriba de, entre otras, dopamina, serotonina y oxitocina. Drogas duras de verdad. Eso es nivel y no el del tequila. Ya le gustaría. Por cierto, siempre que tengas dudas, mejor amor que tequila.

La dopamina está detrás, según se cree, de ese estado de euforia y energía en el que te ves capaz de absolutamente cualquier cosa. Ese venirse arriba. Esas recompensas. Ese placer. Es importante en todas las respuestas nerviosas que están relacionadas con la expresión de las emociones.

La serotonina es el neurotransmisor de la felicidad, según se cree, actuando sobre las emociones y el estado de ánimo. Te provoca optimismo, buen humor, potencia tus aptitudes y actitudes sociales y aplaca todo mal rollo que pueda acecharte detrás de cualquier esquina. Tener buenos niveles de serotonina lo mejora todo ya que te mete en una espiral de positividad. Una curiosidad, hasta un 90 % de la serotonina puede ser encontrada en el tracto gastrointestinal. Y tiene alas de colores.

La oxitocina estaría encargada, según se cree, de reforzar los vínculos entre dos personas una vez que el tsunami emocional del comienzo permite ver el paisaje que había anteriormente, cuando llega la calma.

El argumento científico por tanto, definiría el amor como ese estado o sensación de euforia, energía, capacidad, de venirse arriba, de recompensa, de placer, felicidad, optimismo, buen humor, de ganas de socializar, de positividad, de refuerzo de vínculos… Que por otro lado viene a ser más o menos lo mismo que defiende el amigo John. Puedes llegar a encontrar todo eso en cualquier lugar que mires. Incluso ahora mismo.

Algo que no explica ninguna de las dos proposiciones es cómo acceder a todas esas deseables sensaciones. Sin instrucciones claras las opciones serían infinitas. Pasando por el altar. Habiendo conocido a quien posee título de propiedad sobre esos ojos en los que te ves brillar. Teniendo un hijo. Tras una polémica disputa por una plaza de aparcamiento. En el teatro. Con él. Con ella. Con nadie.

Una realidad es que todas esas sensaciones son indiscutiblemente personales. Las que percibimos son las nuestras. Podemos haber encontrado o no un elemento catalizador, pero el mecanismo que chuta las sustancias dopantes antes mencionadas es nuestro. Gran noticia ser nuestro propio camello. Llevamos el alijo encima constantemente. Ese amor, esa química, ese “Wanderlust”… Te Suena. Seguro.

Lo otro se llama dependencia.

Más información en: moveyourself-coaching.com

 

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