El máximo placer

Las pinturas murales de la villa de Pompeya y Herculano, destruidas por la erupción del volcal Vesubio del año 79 d. C.

 

Leticia García Castelló.
Leticia García Castelló.

 

Psicóloga, Sexóloga y mediadora familiar. Especialista en terapia de pareja, educación sexual y asesoramiento sexológico. Fundadora y directora de “Sex & Mind – Psicología y Sexología” y colaboradora en otras entidades como psicóloga y sexóloga, ya que es experta en bienestar, calidad de vida y felicidad.

 

 

[dropcap]S[/dropcap]e reía y me reía. En cuanto me tocaba, mi vello respondía. Mi piel buscaba su piel. Su cuerpo buscaba el mío. Las miradas se cruzaban, el deseo crecía y las ganas de conocernos y pasar tiempo juntos, aumentaban exponencialmente.

¿Alguna vez has tenido una sensación de conexión intensa con alguien? ¿Un feeling que te desborda? ¿Conociste a alguien que te hizo tener una ingente necesidad de hacer cosas junt@s y no sabes muy bien por qué motivo?

¿Y el querer conocerl@ más y mejor y llegar incluso a desear ansiosamente compartir momentos no solo eróticos sino también emocionales y confidenciales? ¿Qué me dices de esa sensación que te invade de “no puedo evitar escribirle”?

¿Alguna vez alguien te ha generado tantísima confianza en poco tiempo que has dicho¡Uau, me encanta! ¡Qué bien conectamos!? ¿Te suena ese “parece que nos conocemos de toda la vida”?

¿Y que todo esto te pase no solo a ti, si no que sea recíproco? ¡Qué sensación tan maravillosa!

Cuando tenemos esas sensaciones tan agradables y gratificantes, que nos circulan por el cuerpo como si fueran descargas eléctricas rápidas, imparables y persistentes nos volvemos yonkis de esa bioquímica que nos recorre por completo y la buscamos incansables, pero en la mayoría de los casos “sin que se me note demasiado” no sea que me vea muy predispuest@ y no puedo perder esa apariencia de dureza y pasotismo por muchas ganas que tenga, “hay que mantener el tipo” nos decimos.

Sin embargo, a medida que la cosa va avanzando, generamos consciente e inconscientemente la imperiosa necesidad de ser “especiales” para esa persona, de ser “diferentes” (yo no soy como el resto), de ser “unic@s”.

Anhelamos que nos vea de otro color, desde otra perspectiva, desde un ángulo distinto al resto, porque así vemos nosotros a esa persona que tanto nos despierta y de la que tanto deseamos-necesitamos que nos diga “yo también me siento igual”.

Esa persona que te mira y te hace perder el rumbo, que te hace perder la noción del tiempo y hasta que te hace perder la vergüenza y la cabeza porque estás dándole vueltas a cuándo será el próximo encuentro, la próxima llamada, el próximo whatsapp… te sientes tan sumamente bien que quieres repetir pero… “sin que se note demasiado”.

Congeniáis tan bien que os acabáis las frases, os hace gracia lo mismo, sabes lo que va a decir antes de que lo diga, compartís gustos, tenéis las mismas opiniones en temas en los que otras personas piensan distinto, te sientes comprendid@ y apoyad@ porque ¡por fin! hay alguien que te entiende, estás tan cómod@ que te da igual bailar una jota, que cantar una canción, que contarle algo oscuro y doloroso…

Esa persona probablemente te haya descolocado en un primer momento, te haya removido algo, te inquiete, te haya desbancado… ya sea por su forma de ser, por su profesión, o quizá por alguna peculiaridad, pero precisamente eso que tiene que te descoloca es lo que te engancha a seguir cononciendol@, y cuál yonki ahí sigues buscando tu dosis.

¿Cuál es el problema? El miedo. El miedo a dejarte llevar, miedo a mostrar más de lo que deberías, miedo a que no sea la persona adecuada, miedo a que se vuelvan a repetir patrones pasados… miedo en definitiva, a ser vulnerable y a pasarlo mal.
No te asustes, es muy común. Todos hemos tenido experiencias previas que nos han hecho sufrir en mayor o menor medida y cuando conectamos con alguien nos decimos a nosotros a mismos “echa el freno magdaleno” pero al mismo tiempo pensamos “Que ganas tengo de verl@”.

Estamos continuamente coartando nuestras acciones, nuestras decisiones, nuestros comportamientos, deseos, pensamientos y emociones por el “¿Qué pasará?” que nos impide ser plenamente felices y lo peor de todo, no nos deja disfrutar tanto como podríamos hacerlo.

Nadie tiene una bola de cristal que prediga cuánto va a durar, ni cuánto me va a aportar, lo que si tenemos es un disco duro que está deseando llenarse de emociones, de experiencias, de vivencias, de contacto, de piel, de sensaciones que nos hagan sentir bien y sentirnos vivos.

Si me permites algunas apreciaciones personales, hay tres frases que llevo siempre conmigo y que espero te ayuden a dejarte llevar a ti también:

“A veces se gana y a veces se aprende”
“Never give up (Nunca te rindas, Nunca abandones)”
“Vive y disfruta el momento”

Permítete disfrutar, aprende de cada paso y jamás dejes que la incertidumbre del futuro coarte tu presente, porque EL MÁXIMO PLACER es tener la gran suerte de tener a alguien con quien conectar en todos los niveles y si has conocido a alguien que te hace sentir “especial”, vívelo intensamente.

Más información: Sex&Mind

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