La Tarara y el Cantinero de Cuba se reconcilian con la vida en la Casa Lis

Antonio López, al piano, y Luis Santana, en la Casa Lis.

 

El concierto en honor de Manuel de Falla interpretado al piano por Antonio López y cantado por el barítono Luis Santana hizo que los cuadros de Zuloaga cobraran vida y se fundieran con los asistentes

Zuluaga sirvió de excelente excusa para traer a Falla o ¿fue al revés? La Casa Lis alberga cuadros de Zuluaga, pero también música de Falla, sí, porque hay bocetos de carteles de obras del genial músico andaluz.

Así, bajo el amparo y la mirada penetrante de Manuel de Falla y con su permiso, porque se lo pidieron, Antonio López interpretó emocionado las partituras del genio y Luis Santana puso sentimiento a palabras surgidas de la maravillosa mente de Federico García Lorca, que a propósito se coló en este recital, donde de soslayo se le rindió un homenaje por el 80 aniversario de su muerte que será en agosto. Su Tarara, sus mozos de Monleón, donde habla de Salamanca, sus Cuatro muleros, su Anda Jaleo, Jaleo,… recobraron vida y alegría.

Con refinamiento y exquisito gusto se repasó la vida de Falla a través de sus obras, desde su juventud, donde ya despuntaba maneras y obsesiones con la muerte; su paso por París, su estancia en Argentina y su inmenso amor por Cuba. Fue Cantinero de Cuba la que cerró el recital de casi hora y media y gracias a la maravillosa interpretación de Antonio López y a la gracia y salero de la voz de Luis Santana, dio la sensación de que este Cantinero triste y amargado se reconciliaba con la vida.

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