Psicóloga, Sexóloga y mediadora familiar. Especialista en terapia de pareja, educación sexual y asesoramiento sexológico. Fundadora y directora de “Sex & Mind – Psicología y Sexología” y colaboradora en otras entidades como psicóloga y sexóloga, ya que es experta en bienestar, calidad de vida y felicidad.
“Disfrutaba con sus manos expertas y llenas de sabiduría, adquirida durante años con otros cuerpos, me deleitaba en los placeres más sublimes que jamás había degustado”
“Su mirada inocente, su sonrisa pícara, su falta de experiencia… Su olor a nuevo, sus ganas de conocer, su curiosidad… hacían de mí lo que quería y cual hoja en blanco fui escribiendo y dejando huella”
¿Es verdad que la diferencia de edad entre dos personas que tienen, mantienen y alimentan una relación, no importa? ¿Se nota o pasa desapercibido?
¿Buscamos a personas de nuestra misma edad o por el contrario nos atraen otros perfiles? ¿Nos gusta la experiencia o preferimos novat@s?
La edad es un tema que siempre nos trae de cabeza, “es más mayor que yo”, “es más pequeñ@”, “me saca muchos años”, “se nota que yo soy mayor” ¿Pero por qué nos importa tanto? ¿Es realmente importante la edad?
Cuando nos fijamos en alguien, la primera impresión es física inevitablemente y sin saber su edad nuestro cuerpo reacciona positiva o negativamente ante su imagen, ante lo que nuestra imaginación elabora y ante la bioquímica que corre por nuestras venas. Sentimiento, pensamiento y acción todo en uno y en menos de 60 segundos.
Tras de decidir si es un “adelante por qué no” y en caso de que la respuesta sea afirmativa, empezamos a ser más minuciosos y a observar más en profundidad: los ojos, las manos, la delantera, la parte trasera, el pelo… y añadimos la etiqueta de “madurit@ interesante” o “ yogurín/a apetecible”.
Si el resultado de ese micro-análisis fugaz fuera por el contrario, “menud@ karka” o “vaya niñat@” tenemos muchas papeletas para evitar el posible contacto y con toda probabilidad, pondríamos una barrera muy alta para evitar el acceso a nuestro corazón y nuestro cuerpo. Barrera que eliminamos por completo (o casi) cuando el análisis es positivo, dejando las cosas más fáciles y accesibles para quien nos parece atractiv@.
Es completamente cierto que sobre gustos, necesidades, deseos y peculiaridades no hay nada escrito y la afirmación de que las generalizaciones no son buenas es una verdad universal.
Es por ello que cada persona busca un perfil diferente con quien tener encuentros eróticos y/o una relación estable, ¿en función de qué? en función del momento evolutivo en que nos encontremos, es decir, que a lo largo de todo nuestro ciclo vital todos nuestros gustos, deseos, creencias, ideas… y demás cuestiones van cambiando, evolucionando, modificándose ligera o drásticamente.
Bien es sabido que a lo largo de los años vivimos muchas experiencias, convivimos con mucha gente diferente, desarrollamos un sinfín de habilidades, aprendemos, desaprendemos y reaprendemos una y otra vez. Todo ello nos ayuda a ir decidiendo y sabiendo con qué tipos de personas nos sentimos más comod@s, cuáles nos atraen más, que perfil es el que más se adapta a las características que yo tengo…
Todo ello puede cambiar de la noche a la mañana. Hoy nos gustan rubi@s y mañana peliroj@s, hoy odio que sea más alt@ que yo y mañana me encanta… estamos en continuo cambio y lo que hoy veneramos mañana lo aborrecemos y viceversa.
¿Pero qué es lo verdaderamente importante? Encontrar sinergias, complementariedades, conexiones y en resumidas cuentas, complicidad. Si una persona nos completa los huecos que tenemos, comparte algunos de los que traemos de serie y encima nos aporta cosas que nos hacen crecer como persona, la edad no importa lo que importa es cómo te hace sentir y que sea esa pieza de puzzle que cuadra con la tuya.
En las ocasiones en las que las diferencias de edad “se notan” es precisamente porque las piezas no encajan, no por la edad, sino porque las características de cada uno de los miembros no cuajan, y tampoco hay que obligarse a cuajar.
La diferencia entre dos personas no depende de sus años de experiencia, o inexperiencia sino de cómo haya afrontado las circunstancias que le tocaron vivir, las vivencias que ha tenido que pasar, el crecimiento emocional-erótico-personal que tenga y en resumen, su madurez. Porque la madurez no es otra cosa que saber gestionar pensamientos, sentimientos, situaciones y conductas de una manera adecuada.
Ciertamente a más edad más vivencias y más posibilidades de aprender-desaprender-reaprender. Sin embargo quiero que pienses algo y tomes una decisión: si una persona de corta edad saca el máximo jugo a su poco contacto con el mundo y aprovecha al 100% cada momento, mientras que una persona que le triplica la edad se queda en su zona de confort impasible e inamovible ¿Quién te parece qué es más interesante y apetecible de conocer?
Favorecer los encuentros con personas con las que conectemos en todos los niveles independientemente de la edad, es muy gratificante porque si desterramos este mito de la diferencia, la edad es tan sólo un número que nos informa de los años que llevamos fuera del útero.
Lo importante es lo que te aporte a nivel emocional, físico, intelectual… y no lo que ponga en el DNI.
¿MADURIT@S O NEÓFIT@S? Elige a quien más te sume y te haga crecer.
Más información: Sex&Mind