Psicóloga, Sexóloga y mediadora familiar. Especialista en terapia de pareja, educación sexual y asesoramiento sexológico. Fundadora y directora de “Sex & Mind – Psicología y Sexología” y colaboradora en otras entidades como psicóloga y sexóloga, ya que es experta en bienestar, calidad de vida y felicidad.
“La veía caminar cada mañana hacia su despacho. Ese vaivén de caderas me volvía loco. No podía dejar de imaginarme con ella encima de su mesa, disfrutando de su cuerpo a mi antojo”
“Me encanta como me mira el becario, cuanto más me mira más me gusta provocarle. Sus insinuaciones inocentes y su carita de recién licenciado me hacían perder el norte”.
¿Alguna vez has deseado que pase algo con tu jef@? ¿O simplemente con alguien que tiene un cargo superior al tuyo? ¿Te excita esa situación de superioridad?
¿Y qué me dices de es@ emplead@ que está increíblemente bien? ¿Te provoca saber que tiene que hacer lo que tú ordenes? ¿Fantaseaste con la idea de tenerl@ entre tus piernas?
Qué maravillosa es la erótica del poder y cuántas fantasías nos provoca ¿verdad? Médic@-Paciente, Gerente-Ayudante, Profesor/a-Alumno/a, Periodista-Becari@… En definitiva, cualquier asociación donde la connotación que percibamos sean rangos diferentes nos da mucho, muchísimo morbo ¿pero por qué?
No nos gusta tanto el tener algún encuentro erótico, escarceo o magreo con un/a compañero/a, aspiramos a la élite, a la cúpula, porque conseguirlo nos da una sensación de bienestar tan enorme, que refuerza nuestra autoestima ya que la consecución de esa meta es increíblemente gratificante para nuestras neuronas, hormonas y vísceras varias.
Pero a la inversa también ocurre; el conocer que hay interés por parte de alguna persona que está un pelín por debajo de nosotr@s, y tentar sabiendo que cuando quieras puedes verl@ porque tú tienes el mando, es como lo que dicen las sagradas escrituras: “E aquí la esclava del señor, hágase en mi según tu palabra” osea, yo mando y tú obedeces.
Otra sensación que nos atrae muchísimo de tener algo con alguien “superior o inferior” a nosotros, es el secretismo, el “que no se entere nadie”, “que nadie lo sepa”, “esto queda entre nosotros”. El fingir indiferencia, y disimular nos da tanto o más morbo que la acción en sí. Y el poder robar un beso, una caricia, un toqueteo o un aquí te pillo aquí te cepillo rápido “que nos van a pillar”, nos llena de adrenalina.
¿Y qué me dices de esos whatsapp encubiertos, las palabras en clave, las miradas, los chascarrillos y los gestos que no comprende nadie pero que lo dicen todo? Solo de pensarlo la sonrisa se dispara y la entrepierna se enciende, “ey estoy aquíiiiiiii”.
Tras vivir esta experiencia lo más ardientemente posible, pasando por todas las etapas y descubriendo rincones que no conocías, sensaciones no exploradas y disfrutes excesivamente gozosos, llega el momento de “quiero que nos pillen”, “quiero que lo sepan”… necesitamos contarle a alguien que esa persona que desea todo el mundo, YO la tengo en mi cama.
Dicho y hecho, es el momento de disimular menos, dar pistas, dejar que nos pillen, fingir que ese whatsapp “lo ha visto sin querer”… pero realmente queremos compartirlo con alguien y sobre todo, cotillear y elevar nuestro “status” de conquistad@r a un nivel superior, lo que nos hace (aún más si cabe) seguir aumentando nuestra autoestima, la confianza en nosotr@s mism@s y la seguridad.
¿Aún no has hecho nada y tienes dudas de si es adecuado o no? ¿Te doy un consejo? No te quedes con la duda, lánzate. Comienza con el juego de la seducción que es una parte muy interesante y divertida. Arrepiéntete de lo que no hagas, no de las decisiones que tomas porque salga o no como esperamos, de toda situación se aprende algo y quien sabe, si sale bien… puede ser muy placentero ¿no?
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