Los conflictos de Bobadilla y Fonseca

Alonso III de Fonseca
Escultura de Alonso III de Fonseca en la Univesidad de Santiago de Compostela.

[dropcap type=»1″]E[/dropcap]l obispo Bobadilla estuvo en Roma durante los años de la revolución comunera. De haberse encontrado en Salamanca debido a su gran influencia y personalidad la revuelta habría evolucionado de forma diferente en la ciudad. Hay que sopesar que la segunda jerarquía de la Iglesia salmantina, el deán de la catedral, Juan Pereira “el mozo”, era uno de los líderes comuneros más significados, y que muchos clérigos, especialmente frailes de los poderosos conventos de dominicos, franciscanos y agustinos, fueron autores de los escritos sobre la difícil situación creada en Castilla con la llegada de Carlos I. Pero también personas cercanas al obispo estuvieron en el lado realista, concretamente uno de sus capellanes fue especialmente activo en la defensa de las tesis del rey. La casa de este colaborador de Bobadilla fue incendiada al igual que la de Francisco de Ribas, y tuvo que huir para salvar la vida.

[pull_quote_left]Alonso de Fonseca visitaba sus posesiones de Salamanca. Tenía un gran poder temporal e influencia en la corte: casó al emperador y bautizó a Felipe II[/pull_quote_left]Bobadilla estuvo en Roma para intentar solucionar un contencioso que venía de largo. El obispo salmantino quería recuperar la jurisdicción de algunos lugares y villas que habían sido usurpados por el arzobispo de Santiago. El prelado Fonseca pasaba largas temporadas en Salamanca haciendo la vida imposible al ordinario del lugar. El obispado de Salamanca conservaba los títulos de posesión de las aldeas reclamadas por Bobadilla y los hizo valer en el Vaticano. Clemente VII resolvió el contencioso traspasando al obispado de Salamanca los lugares y villas de Vilvestre, Yecla, Vitigudino y Palacios. Este último pueblo, Palacios del Arzobispo, ha mantenido el sobrenombre de su anterior dueño: el arzobispo de Santiago.

Bobadilla salió victorioso a pesar de estar sometido a Santiago como diócesis sufragánea y tener que soportar al arzobispo Fonseca III durante largas temporadas. Alonso de Fonseca visitaba sus posesiones de Salamanca. Tenía un gran poder temporal e influencia en la corte: casó al emperador y bautizó a Felipe II, era hijo del patriarca de Alejandría y arzobispo de Santiago. De Santiago pasó a regentar la archidiócesis de Toledo. Al morir Francisco de Bobadilla fue nombrado obispo de Salamanca Manrique de Lara, destacado enemigo de los comuneros.

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