No soy un objeto sexual ¿o sí?

Dita Von Teese. Foto Lionel Deluy.

Leticia García Castelló.
Leticia García Castelló.

Psicóloga, Sexóloga y mediadora familiar. Especialista en terapia de pareja, educación sexual y asesoramiento sexológico. Fundadora y directora de “Sex & Mind – Psicología y Sexología” y colaboradora en otras entidades como psicóloga y sexóloga, ya que es experta en bienestar, calidad de vida y felicidad.

 

 

“No quiero que me use a su antojo aunque yo disfrute deleitándome con el placer que me otorga llevar el mando, él no puede, solo mando yo… ¿o no? Quizá me cueste reconocer que cuando él me incita morbosamente a seguir su juego y ser su juguete, me provoca sensaciones que me erizan el vello”

¿Cuántas veces nos ha pasado que nos sentimos juguetes de otras personas? ¿Y en cuántas ocasiones hemos querido decir basta?

¿Alguna vez, aunque no lo hayas reconocido abiertamente, te ha encantado que te ordenen hacer algo en la cama? ¿Jugaste a la alumna ingenua o al paciente iluso?

Solemos desear ser sujetos activos de todos nuestros encuentros porque el bombardeo educativo, cultural y social nos invita a dejar de ser objetos de otras personas y llevar nosotr@s las riendas.

Sin embargo el matiz y la perspectiva es errónea, no es dejar que otr@s hagan conmigo lo que les parezca en cada momento y yo permitirlo, si no que ambos dentro de un juego seamos objetos y sujetos, deseantes y deseados, activos y pasivos.

En la variedad está el gusto, y la posibilidad de cambiar de visión, de rol, de manera de interactuar da mucho pie a que nuestra bioquímica se active y que nuestra mente imagine escenarios gozosos para llevar a cabo.

Se ha asociado al sujeto el ser siempre activo y deseoso, y por ende el objeto ha de ser pasivo y deseado, y no es del todo incorrecto, lo incorrecto es permanecer en esa casilla supuestamente impuesta, cuando el placer se encuentra saliendo de la zona de confort y desencasillándose.

Se puede ser sujeto y objeto, se puede desear a alguien, desear ser deseado por alguien y ser deseos@ para otr@s. El deseo se mire desde donde se mire, es maravillosamente deseable.

Nos gusta que nos deseen y lo provocamos, nos gusta desear y que sepan que les deseamos ¿por qué entonces no podemos a veces ser quien manda y a veces ser quien se deja mandar?

¿Aún no lo sabes? Por la connotación peyorativa que se le ha dado a la palabra objeto. Sin duda alguna las redes sociales están plagadas de imágenes con frases que dicen “yo no soy muñeca de nadie” “no soy un objeto sexual” “trátame como si fuera de tu familia”… pero de nuevo sacamos las cosas de contexto.

Estos reclamos se utilizan en contextos de prostitución no deseada (porque aunque no lo creas si que hay personas que se dedican a esta profesión tan antigua y respetable porque les gusta y por decisión personal) o de violencia entre los sexos. ¿Cuál es el nexo común de ambos? El que siempre hay una persona que está por encima y otra por debajo. En estos contextos si se puede decir no soy tu objeto, porque yo no he elegido ni quiero que seas mi sujeto.

Sin embargo en relaciones e interacciones con nuestras parejas, rollos, líos, amig@s con derecho y similares, los encuentros eróticos pueden ser maravillosos si jugamos como cuando éramos pequeñ@s a ver quién gana, a la niña tonta que se ha perdido o al niño tonto que no sabe hacer nada.

¿El objetivo? DISFRUTAR, y por ello ¿quiero ser sujeto activo? Por supuesto ¿quiero ser objeto de deseo? Si gracias. ¿Y tú? ¿Te quedas solo en un lado, o disfrutas de los dos?

Más información: Sex&Mind

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