[dropcap]L[/dropcap]o más complejo que debo afrontar cuando comienzo a trabajar con una persona es encontrar la fórmula adecuada para recibir una respuesta que no admita más matiz, aditivo o detalle que modifique su significado. La respuesta más difícil de la historia tiene delante la pregunta más sencilla de la historia.
A la cita suelen presentarse con suizo-británica puntualidad los balbuceos propios de quien no ha estudiado a fondo la materia que entraba en el examen, representados por los magníficos “mmm…”, “esto…”, “bueno, no sé exactamente…”
Acostumbro también a dar la bienvenida a una de las tres figuras que utilizamos con maestría los humanos para falsificar certezas. La generalización. Algo tan grande, algo tan ambiguo, algo tan indefinido que resulta imposible que sirva como respuesta para nada excepto para conversaciones de ascensor. “Cómo se conocen los días…” Falso. En realidad, cada uno conoce a dos, de los otros cuatro sólo han oído hablar. ¿En qué momento y en qué lugar han coincidido un miércoles y un domingo?
Entiendo que la dificultad radica fundamentalmente en que no existe una respuesta buena o mala a la pregunta más sencilla de la historia. No hay libro, página web o gurú que pueda chivarte la solución. No ayuda que seamos humanos del XXI ya que el gen del explorador es más propio de otros tiempos. Ahora acostumbramos a que nos digan lo que necesitamos, lo que debemos… Me divierte el uso del término “MUST” en el mundo de la moda. Espero que no lleguen a ese punto las camisetas de rejilla…
Se dice del diablo que su mayor logro es hacernos creer que no existe. De esta forma podrá caminar apaciblemente entre nosotros. Se dice también que presentarse tranquilamente detrás de infinitos disfraces. Que puede estar delante de ti y pasar totalmente desapercibido y así confundirte. No lo hay como esconder algo delante de tus ojos… Como la respuesta más difícil de la historia.
A la pregunta más fácil de la historia podemos presentarle infinitas fáciles respuestas. Como infinitos serían los disfraces que se le suponen al diablo. Puede tener una cara angelical o un escultural cuerpo. Puede estar dentro de una botella de vino o colgado de una percha. Puede tener cuatro ruedas y un techo convertible o estar encima de un plato después de haber pasado por el fuego purificador de un fogón. Infinitas fáciles respuestas, pero sólo una difícil.
La respuesta más difícil de la historia no existe para dar contestación a la pregunta más difícil de la historia sino a la más básica: ¿Qué quieres?
Por favor, descarta los “mmm…”, “esto…”, “bueno, no sé exactamente…”. También las caras angelicales, los esculturales cuerpos, lo que cabe en una botella, lo que cuelga de una percha… También las respuestas ambiguas e intermedias. No digas nada hasta que aparezca la que vale, la que no tiene nada detrás. La más difícil.
No hay viento favorable para un barco que no sabe dónde va. Lucio Anneo Séneca.
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