Nueve Salmantinos se encuentran en el campo de refugiados de Katsikas ubicado en la ciudad griega de Ioannina, que está situada cerca de la frontera con Albania
Aylin, Álvaro, Víctor, Amaia, Diego, Clara, Alberto, María y Antonio son nueve salmantinos voluntarios de la ONG Panea Solidaria que trabaja en el campo de refugiados de Katsikas, ubicado en la ciudad griega de Ioannina.
Llevan 24 horas allí y les ha sorprendido la «energía de los niños. Están más o menos bien y buscan cariño». La situación del campo es «deplorable. Actualmente, el campo tiene 30 servicios y 10 fuentes con agua para 900 personas. Antes, el suelo era de arena y como se embarraba, echaron piedras. Las piedras evitan el barro pero rompen las zapatillas y dañan los pies de los que van descalzos, sobre todo los niños», explican los voluntarios salmantinos.
Los refugiados son sirios, kurdos, yazidíes, afganos e irakíes. Parece que en el pasado tuvieron ciertos roces y tensiones, pero ahora conviven con normalidad. «No se relacionan entre ellos, pero se respetan», matizan.
De hecho, la escuela, la guardería y las actividades deportivas ya han comenzado en el campo. La escuela empieza a ser una cosa seria. Los niños están divididos por edades, pasan lista, tienen horarios fijos y dan inglés, árabe y física, entre otras asignaturas. Los profesores son sirios y los niños los respetan. Tienen cuadernos nuevos y material que han ido llevando las ONGs. Quizá lo más importante es que está gestionada por algunos refugiados que eran profesores en Siria. Son padres, refugiados de entre 35 y 55 años los que están al frente.
Esto es nuevo. «Según cuentan ha costado implicarlos y responsabilizarlos. Es significativo porque el campamento es suyo, no de los voluntarios. Y es importante porque aquí se encuentra la diferencia entre hacer asistencialismo y hacer una actividad algo sostenible», puntualizan los voluntarios salmantinos.
Los nueve salmantinos se encargarán de la guardería y de las actividades deportivas. «Cinco horas estaremos en los más pequeños y dos dedicaremos al deporte», puntualizan.
El Ejercito da una comida al día. «Es poca cantidad y la calidad deja mucho que desear. Suele ser arroz pasado sin sal ni nada. Del resto de comidas se encargan las ONGs. Hacen lo que pueden. Es bastante mejor que la del Ejercito pero en cantidades siempre al mínimo por el número de refugiados que se encuentran en el campo». Las ONGs dan cena para todos y varias comidas especiales para bebés al día.
En el campo, hay varias naves que sirven de almacén. Pero, no siempre lo que llega allí tiene la utilidad que se desearía. Los artículos se clasifican, sean de prendas de vestir, comida y productos de higiene,… «Las naves-almacén están a reventar y hay mucho trabajo allí. También se va a empezar a contactar con otros campos por si hay que llevar algo», apuntan.
Los voluntarios están viendo de todo, desde niños con chupete llenos de arena y descalzos que intentan aprender a andar y avanzan despacio, hasta personas con los ojos llenos de angustia. «Es increíble la energía que tienen los niños y lo receptivos que son a las muestras de cariño«, aseguran.
Aylin, Álvaro, Víctor, Amaia, Diego, Clara, Alberto, maría y Antonio viven en una casa que está en Anatoli, un barrio del pueblo de Katsikas, que está al norte de la ciudad de Ionnina, al norte de Grecia. Tardan cinco minutos en llegar al campo porque se mueven en una ambulancia convertida en furgoneta. «Permanecemos en el campo todo el día, pero cenamos en casa», concluyen los voluntarios salmantinos que tardaron casi 24 horas en llegar a Ionnina y se encontraron con temperaturas que oscilan desde los 22º a primera hora de la mañana hasta los 42º de la tarde.