Salamanca fue allá por el siglo XII una Alhama Yamd Yahu, es decir, una especie de aldea judía, por lo tanto mucho más que una judería, quizá tan importante o más que la de Toledo, pero del paso del pueblo semita por la capital charra apenas queda nada
Vivieron en Salamanca varios siglos. Se asentaron aquí y convivieron en paz con los árabes y los cristianos, pero en 1492 cogieron la llave de su casa y se fueron para no volver. Eso sí, los judíos pensaron que era por poco tiempo, que sería un ‘calentón’ de los cristianos, pero han pasado más de cinco siglos y de los semitas queda muy poco visible en Salamanca, aunque el espíritu de su rabino, Abrahán Aben Assara, sale de vez en cuando de los muros de San Millán y cuenta que allí se asentó una próspera comunidad judía. «Los saberes y conocimientos de Salamanca se asientan sobre bases judías». Veamos si tiene razón.
Huyendo de los romanos, los semitas encontraron en Salamanca un lugar dónde asentarse. Tanto les gustó que en sus muros llegaron a construir tres sinagogas, la Nueva, la Vieja y la Menor. Tuvieron carnicería propia, hospital de peregrinos, grandes librerías y hasta un cementerio que se asentaba donde hoy está el Parador.
Tenían los mismos derechos que los cristianos, «sólo así se explica que estuvieran inmersos en la vida cotidiana de la ciudad», explica Isidro Luengo, escritor y actor de la compañía Zahorí Teatro que desde hace un lustro cuenta las peripecias de los judíos salmantinos.
De la cultura sionista quedan restos, pocos, como un salmo labrado en piedra que se conserva en la Facultad de Ciencias que dice en hebreo: «Esta es la puerta del Señor, por donde entran los justos», unos arcos en los sótanos de la Facultad de Matemáticas y poco más.
La envía, el rencor y que habían prestado mucho dinero tanto al clero como a la sociedad civil, hicieron que todos los males de la ciudad se le atribuyeran al pueblo semita. «Toda la culpa la tienen los judíos, de la muerte de los niños, de las malas cosechas,… de todo. El gran promotor del odio a este pueblo fue San Vicente Ferrera, un gran antisemita», matiza Luengo.
Isidro, ¿dónde estaban asentados los judíos exactamente?
En esta iglesia de San Millán, en la zona de las ruinas del Botánico, por la calle San Pablo hasta las antiguas cocheras de San Isidro. De hecho, la Rúa Mayor de la Alhama es nuestra calle Libreros. Tiene la misma estructura que tenía cuando vivían los judías, de calles estrechas que van surgiendo a sus lados.
La Universidad está en medio de la calle…
De hecho, el 70% del edificio de la Universidad está asentada sobre construcciones donde los judíos impartían sus conocimientos. La clases en la primera Universidad de Salamanca se impartían en la Catedral Vieja. Ésta se le fue quedando pequeña y comenzaron a ‘adquirir’ los edificios judíos para impartir las lecciones. Unas veces por permuta y otras por imposición. Salamanca es lo que es hoy gracias a los judíos. Los paridores del saber fueron ellos.
¿Qué hay de cierto en que los judíos al ser expulsados se fueron a la sierra?
Es una leyenda, aunque es cierto que al haber una Alhama en Salamanca, otras comunidades judías se asentaron en Béjar o La Alberca. Este mito quizá tiene más sentido porque los serranos son comerciantes, al igual que eran los judíos. También los rasgos físicos, pero cierto, cierto, no hay nada.
Los judíos ‘regresan’ a Salamanca y cuentan su historia y la convivencia con los cristianos en Monumenta Salmanticae -Iglesia de San Millán- los viernes a las 18.30 horas. Y a pesar de su fama de avaros, la entrada es gratuita.