Opinión

Vaca(c)ciones en el mar

 

[dropcap]E[/dropcap]n que la vida es una auténtica paradoja podríamos estar de acuerdo todas las personas del mundo. Sólido punto de partida para cualquier discusión constructiva. Los problemas, lo que transforma una discusión en riña es no tenerlo presente y ofrecer el volante a nuestros egos. Da igual que tengas razón, yo soy así y así quiero seguir aunque tenga delante de mi nariz la evidencia de que modificando un miligramo el equilibrio de mis cosas me vaya a ir infinitamente mejor. Pero es que soy así desde que recuerdo.

 

Cuando del almanaque se cae el 30 de junio, el Homo Hispánicus debe prepararse para afrontar una de esas irrenunciables tradiciones. Un importantísimo porcentaje de nuestros semejantes comienzan a restar las horas que faltan para las vacaciones. Esa obra teatral que interpretamos con el objetivo de que la representación sea justamente lo contrario a lo que hacemos el resto del año. Nuestro carnaval personal. Esto sobre el papel parece ser más una evidencia que una paradoja, enseguida te la presento. Dame un par de párrafos.

En vacaciones cambiamos de residencia. Buscamos otro clima. Comemos otros productos (al menos es lo que deberíamos hacer, un cocidito en un chiringuito de Almería sólo es apto para auténticos atletas de la digestión). Nos levantamos más tarde, comemos a horas distintas, nos relacionamos entre nosotros de otras formas, enseñamos más carne, tratamos de cambiar nuestro color… Durante ese breve período de tiempo que duran las vacaciones somos otras personas. A esta certeza se le encuentran incluso usos marquetinianos. Andalucía, tu mejor tú.

Todo humano de interior es capaz de entender que Atlántico, Cantábrico y Mediterráneo traen olas durante los 365 días del año. Pero es en vacaciones (también valen escapadas más breves) cuando deja de ser una simple masa de agua que alberga peces y plásticos al 50% para transformarse en un elemento mágico capaz de traerte algo que andas buscando o llevarse algo que te sobra. El mismo agua, las mismas corrientes, el único elemento que cambia eres tú.

Paradoja. Uno de los grandes miedos del ser humano es el miedo al cambio. En nuestros estados, nuestros ritmos, nuestros ambientes, nuestras costumbres, nuestras certezas,… Excepto en vacaciones.

Una pregunta muy recurrente con la que tengo que lidiar es ¿Qué es eso que dices que haces? Re-conozco una y otra vez cómo la respuesta no es nada sencilla de presentar ni de entender. De manera breve y didáctica suelo ofrecer un relajado “te acompaño en tu conseguir esa suma de aprendizajes que se convertirán en tus propias herramientas para que te puedas gestionar con eficiencia y consigas ser tu mejor tú, como seguramente harías si fueras de vacaciones a Andalucía”. ¿Y cómo se hace? Sopesando a tu ritmo cuáles de tus creencias te merecen y cambiar las que no pasen la criba.

Así es como una masa de agua que alberga peces y plásticos al 50% se transforma en un elemento mágico capaz de llevarse lo malo y traerte lo bueno.

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