[dropcap]M[/dropcap]ientras estaba en la barca, hice cautiva a una hermosísima mujer caribe, que el susodicho Almirante me regaló, y después que la hube llevado a mi camarote, y estando ella desnuda según es su costumbre, sentí deseos de holgar con ella. Quise cumplir mi deseo pero ella no lo consintió y me dio tal trato con sus uñas que hubiera preferido no haber empezado nunca. Pero al ver esto (y para contártelo todo hasta el final), tomé una cuerda y le di de azotes, después de los cuales echó grandes gritos, tales que no hubieras podido creer tus oídos. Finalmente llegamos a estar tan de acuerdo que puedo decirte que parecía haber sido criada en una escuela de rameras. Escribía Michel de Cúneo, uno de los hombres de Colón allá por el 1492.
Los conflictos bélicos son devastadores, deshumanizan, aniquilan poblaciones, provocan éxodos masivos, miles de refugiados en travesías a ninguna parte, destruyen un ecosistema de todos y los soldados en su paso por las poblaciones violan a mujeres y niñas.
Actualmente, España no tiene conflictos bélicos, pero según las cifras publicadas por el Ministerio del Interior, se produjeron 1.227 violaciones a lo largo del pasado año. Una cada poco más de siete horas. Esta cifra exclusivamente señala las que fueron denunciadas. El número de delitos contra la libertad sexual superó los 9.000 casos.
Naciones Unidas explicó en un informe sobre conflictos bélicos que «la prevalencia de la violación sugiere que su uso en el conflicto se ha convertido en una práctica aceptable para los soldados».
Las mujeres eran parte de la estrategia del genocidio para acabar con el pueblo desde la semilla. Así se puede leer también en la Biblia: «Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad…» Zacarías 14:02. Y en la misma línea pero en Isaías 13:16: «Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres».
Desde la prehistoria hasta nuestros días las mujeres han sido y son utilizadas como botín de guerra por parte del ejército opresor. Y es que como dice un informe de la ONU: La violencia contra las mujeres no se confina a una cultura, región o país específico, ni a grupos particulares de mujeres en la sociedad. Las raíces de la violencia contra la mujer yacen en la discriminación persistente contra las mujeres. Hasta el 70 por ciento de mujeres experimenta violencia en el transcurso su vida.
Los hechos demuestran que las mujeres han sido violadas sistemáticamente a lo largo de la historia de la humanidad en todos y cada uno de los conflictos bélicos, de toda índole. Pero, ¿qué sienten las mujeres que han sufrido una agresión de esta naturaleza? La respuesta la ofrecen Elvira Rivas y María Gómez en la obra Incendiadas que representan en La Malhablada.
Para construir sus personajes han leído, investigado y analizado guerras desde Europa, -la de los Balcanes se produjo hace 20 años-, hasta las que se desarrollan en países árabes, latinoamericanos o africanos. «Violan sin tener ganas de follar», explica Elvira Rivas que da vida a una mujer que «odia la política, pero que se ha visto mezclada en ella porque su pareja, su padre y hermanos están inmersos en ella. La mujer que representó es un botín de los contrarios». Es tan duro lo que le ocurre que al final ya no sabe si tiene ganas de huir o de luchar.
Desde el otro lado, María Gómez representa a una mujer que ha estado combatiendo por sus ideas y por ellas, ha sido violada y torturada. «Juana es una persona que ha estudiado Derecho, que está empoderada. Lucha por sus derechos desde el bando de la izquierda. Es detenida y cuando puede huye. Está sola. «Sabía que iban a venir a por mí», dice el personaje momentos antes de ser violada. Se exilia y cuando regresa a España cuenta su historia de tortura y miedo.
Y por último, ambas dan vida a un personaje que relata su vida antes y después de ser violada. «Su vagina era alegre y parlanchina», y después de ser violada se convirtió en «un río de veneno y pus».
¿Por qué creen que ocurren las violaciones?
Porque pueden. Vivimos en un sistema heteronormativo patriarcal. Los hombres tienen asumido que lo pueden hacer por posesión, superioridad, fuerza,… Y además, salen impunes.
En esta misma línea, Zainab Bangura , representante del Secretariado General de las Naciones Unidas sobre la violencia sexual en los conflictos bélicos, señala que las violaciones durante las guerras no son inevitables, pero lo que realmente vienen a ser es el reflejo del estado de subordinación de la mujer en nuestra sociedad. «La violencia sexual en tiempos de guerra parará cuando el estatus de la mujer cambie y cuando la vergüenza sea puesta en los violadores y no en las víctimas».
La ONU nos recuerda que solo el 30 por ciento de los casos de violaciones perpetrados durante un conflicto bélico se denuncian.