«Paz, Piedad, Perdón”

Soldados en la Batalla del Ebro. Foto. www.labatalladelebro.com.

 

Daniel Arasa.
Daniel Arasa.

Daniel Arasa i Favà es un ensayista catalán. Ha publicado estudios sobre la Guerra Civil española, la posguerra, los maquis y la participación catalana y española en la Segunda Guerra Mundial. Además de ejercer el periodismo, es profesor en las universidades Pompeu Fabra y Abat Oliba de Barcelona. Autor de: Entre la Cruz y la República, Católicos del bando rojo, Drets Humans i religió a Catalunya (parcialmente), La batalla de las ondas en la Guerra Civil Española o De Hemingway a Barzini. Corresponsales extranjeros en la Guerra Civil, y este 18 de julio, presenta La batalla del Ebro a través de los partes de guerra, la prensa y la radio. Ed. Gregal.

 

Lo más importante no es la Memoria Histórica, sino la Verdad Histórica

 

[dropcap]E[/dropcap]ste 18 de julio (de 2016) se cumplen 80 años del inicio de la infausta Guerra Civil Española de 1936-1939. Estando todavía la guerra en plena efervescencia, desde el Salón del Consell de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, el presidente de la República, Manuel Azaña pronunciaba el 18 de julio de 1938 un importante discurso del que resaltaban tres palabras claves y expresadas de manera reiterada: “Paz, Piedad, Perdón”. Nadie le hizo caso en aquel momento. Ni Franco ni los republicanos.

Manuel Azaña.
Manuel Azaña.

Azaña pronunció su discurso con tristeza, con el reconocimiento de que la culpa de la tragedia que vivía el país era de muchos, también suya. Él tuvo mucha culpa, porque había contribuido a generar enfrentamientos que luego influyeron en desatar la tragedia. La Segunda República no fue la Arcadia feliz que algunos pretenden “vendernos”. Pero en aquellos momentos un arrepentido Manuel Azaña instaba a la reconciliación. Se daba cuenta de que había que acabar con la vorágine de muerte, de destrucción, de enfrentamiento.

Hoy, ocho décadas después de aquella guerra incivil, algunos se empeñan en reavivar odios, deseos de venganza, acusaciones de unos contra otros. Cosa distinta es conocer la historia, lo que sucedió. Como conocimiento histórico y en el deseo de que no vuelva a suceder. En esto trabajo desde hace muchos años, con el norte puesto en la reconciliación, el perdón, la paz.

Precisamente este lunes, 18 de julio, coincidiendo con aquélla efemérides, presento el nuevo libro “La batalla del Ebro a través de los partes de guerra, la prensa y la radio”. Solo es un aspecto de la guerra, pero evidencia de manera clara como era la información y la propaganda de unos y otros, aparte de narrar la batalla más sangrienta y dura de de la guerra.

Nadie es absolutamente objetivo. Nadie lo somos, porque, como dijo Unamuno, con tanta huella en Salamanca, somos “sujetos”, no “objetos”. Ningún historiador logra de manera total la objetividad al estudiar y analizar lo sucedido. Y más ante acontecimientos que incitan a la agresividad. Pero sí es posible tratar de ser lo más imparcial que uno pueda, acercarse a la objetividad tanto como uno sea capaz, analizar los hechos conociendo el ser humano en su grandeza y miseria, situar los acontecimientos en su momento y en su contexto histórico. Porque lo más importante en todo ello no es la Memoria Histórica, hoy tan reivindicada y financiada desde el poder, sino la Verdad Histórica.

Ésta, ciertamente, no siempre es fácil de aprehender y puede haber versiones distintas de unos y otros sobre muchas cosas. Pero es entonces cuando uno debe relativizar más su propia versión, situarse en el lugar del otro, saber que las cosas son complejas, que difícilmente son blancas o negras, sino, por el contrario, con una infinidad de posibles matices intermedios. Tener la humildad y el sentido común de saber que las culpas están repartidas, aunque uno pueda pensar legítimamente que una parte tiene más que la otra.

La Guerra Civil Española ha dado ya decenas de miles de libros, y seguirán saliendo. En muchos casos con aportaciones hasta el momento desconocidas. Y ello es positivo. Pero solo lo será si el sustrato es de “Paz, Piedad, Perdón”. Con el deseo de que nunca más vuelva a suceder algo similar.

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