[dropcap]C[/dropcap]omo expuso mi compañero Miguel González en su artículo “Salud y ética”, no hace tantos años que la sanidad en España era exclusivamente privada, y el acceso a tratamientos para muchas familias pasaba por empeñar todos sus ahorros y propiedades. De esa situación derivó la necesidad de crear un sistema sanitario público, universal y equitativo. No debimos de hacerlo mal, pues el sistema nacional de salud español llegó a considerarse uno de los mejores del mundo. Y sin embargo, desde hace ya varios años nos lo están arrebatando a golpe de decreto.
Las asociaciones de defensa de la sanidad llevan mucho tiempo alertando de esta situación. Ha habido manifestaciones y protestas que han alcanzado pequeños logros (en Madrid se ha evitado la privatización de los centros de salud y algunos hospitales), pero mientras nuestros políticos tengan intereses personales en la sanidad privada, está claro el camino por el que nos van a llevar.
La táctica se ha descrito cientos de veces y está muy clara: limita los recursos, desprestigia el sistema público y convence a la población de que necesita un seguro privado. Ya han pasado unos cuantos años desde el comienzo del desmantelamiento de nuestra sanidad, y cada vez es más patente. Los anuncios de sociedades privadas se han multiplicado exponencialmente, y ahora proliferan en la televisión, periódicos, marquesinas… y es que el negocio les está yendo muy bien.
No estoy en contra de la medicina privada, pero sí de que su éxito se deba al fracaso del sistema público. Tenemos que seguir luchando. Exigiendo un sistema de calidad, haciendo buen uso de él y defendiéndolo de las agresiones de los políticos. De otro modo, terminaremos con una sanidad privada (probablemente mediocre) y un sistema de beneficencia decadente
Alicia Alonso
Asociación para la defensa de la sanidad pública de Salamanca