Cuando pensamos en la figura de un detective privado, inmediatamente nos vienen a la mente imágenes de Sherlock Holmes, despachos en penumbra o los dibujos animados del Inspector Gadget. Les imaginamos resolviendo casos dificilísimos, donde el ingenio juega un papel fundamental, rodeados de misterios y escenarios peligrosos. Sin embargo, la profesión de detective privado es más normal de lo que se piensa y su trabajo está a años luz de lo pintado en los mundos de ficción del cine y la literatura. Para romper esos falsos mitos que rodean a su trabajo, Savia Detectives nos explica en qué consiste realmente su labor en una ciudad tan mundana como Salamanca.
“Nuestros principales clientes son empresas”, explican, “tanto grandes como pequeñas, y los encargos más frecuentes suelen estar relacionados con conductas desleales por parte de trabajadores o colaboradores, investigación de nuevos socios, verificación de códigos de conducta, control de calidad, solvencia económica, etc”. El trabajo de Savia, empresa fundada en Salamanca en el año 2010 que actúa en todo el territorio nacional, se centra principalmente en la detección de actividad fraudulenta.
Por ello, no es difícil imaginar que su trabajo ha aumentado a raíz de la crisis económica. “La crisis económica ha propiciado un cambio sustancial en las diferentes clases de conductas fraudulentas”, relatan desde la empresa, “muchos padres quieren desentenderse de sus obligaciones económicas respecto a la pensión compensatoria o de alimentos, alegando falta de recursos económicos. Sin embargo, al investigarles se desmonta su versión y se saca a la luz la verdad. Y lo mismo pasa con las empresas, los morosos profesionales han evolucionado y se han multiplicado”.
Además de investigación de posibles fraudes, los detectives privados también se encargan de realizar investigaciones familiares. Este tipo de encargos, tal y como nos han desvelado, se acentúan a finales de verano. Además, estos profesionales son fieles colaboradores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y actualmente existen protocolos concretos ante posibles casos de terrorismo yihadista.
Como se ve, el trabajo de un detective privado, aunque suene emocionante, “se parece muy poco a la imagen que se ha ofrecido desde las películas”, nos dicen ellos mismos, “el detective privado es un profesional universitario, con tres años de estudios, que está habilitado por el Ministerio del Interior, al mismo tiempo que está ampliamente reconocido por la legislación y la jurisprudencia”. Aunque tampoco es un trabajo aburrido, ya que esta labor tiene muy poco de monótona, al recibir diferentes casos cada día que requieren un gran esfuerzo a la hora de desenmascarar a las personas investigadas.
Formación
Para aquellos que quieran seguir los pasos estos profesionales y convertirse en investigadores privados, deben cursar un título propio en investigación privada, carecer de antecedentes penales y cumplir una serie de requisitos formales para obtener la habilitación que da el Ministerio del Interior. El consejo que dan es que piensen en ello como una especialidad dentro del Derecho, con el fin de conseguir información y pruebas.
Por desgracia, esta es otra de esas profesiones cuya existencia es vital y, sin embargo, no cuentan con el reconocimiento social y laboral que deberían. “Nos gustaría tener un mayor reconocimiento por parte de la Administración, ya que somos los detectives mejor formados de Europa”, explican. El halo ficticio de misterio que envuelve a estos profesionales hace que muchas personas ignoren su actividad laboral en las pequeñas ciudades.
“Los detectives nos hemos convertido en la única herramienta para probar la realidad financiera de una persona física o jurídica”, afirman desde la agencia Savia. Puede que no sean Hercules Poirot y no vistan gabardina y sombrero, pero su presencia, ahora más que nunca, es necesaria e importante.
Texto: Paula Castro Morán