El comedor universitario (menú del día por algo más de cinco euros) se ha convertido casi en un artículo de lujo para los universitarios salmantinos, que con la crisis han dejado de visitar sus instalaciones.
El que menos ha perdido sirve la mitad de comidas que en 2007, cuando había más estudiantes que ahora y el servicio era más económico, pero no en una cantidad suficiente como para justificar semejante descenso.
Los demás sirven aproximadamente, la tercera parte de las comidas que en 2007, según los datos facilitados oficiales.
El Colegio Oviedo, ubicado en pleno campus, es el que tiene mayor actividad. El año pasado (los datos corresponden a años naturales, no a cursos) sirvió 56.328 comidas, nada que ver con las 142.447 que contabilizó en 2007.
Las cenas han disminuido menos, y han pasado de las 49.661 servidas hace siete años a las 38.637 de 2013.
El Fray Luis
El Colegio Fray Luis de León, en la zona del Botánico, ha pasado de las 57.700 comidas de 2007 a las 25.345 servidas el año pasado, mientras que en el capítulo de cenas los datos ofrecen un aumento de unas dos mil cenas para situarse en 20.944 en el conjunto de 2013.
En el caso del comedor de Peñuelas (detrás del Palacio de Congresos) se ha pasado de las 61.808 comidas vendidas en 2007 a las 22.133 del año pasado, la tercera parte, aunque el mayor descenso se produjo en los dos últimos años. Este comedor no ofrece cenas.
El Colegio Bartolomé (enfrente del Fray Luis) sirvió 25.752 comidas y 22.246 cenas el año pasado (no ha facilitado datos de años anteriores).
Menos estudiantes, becas y dinero
Entre el descenso del número de estudiantes, que hay menos becas y menos dinero en las familias, los estudiantes optan, cada vez más, por comer más en casa y se lo piensan más a la hora de ir a uno de los comedores universitarios.
Para mitigar estas bajadas se establecieron algunos mecanismos pensados para estimular el uso de los comedores.
Una de ellas es la llamada pensión atenuada. El bono habitual es de 30 comidas para el mes, pero se ha sacado uno de 20 para ver si así atraen a los estudiantes que sólo están en Salamanca entre semana y el fin de semana se van a sus localidades de residencia habitual, de forma que no tendrían que pagar un bono con diez comidas que no gastarían.
La otra medida es que, aunque al final de mes no hayan gastado todas las comidas, ya no las pierden, y por un euro más pueden invitar a un compañero de piso a o a la familia, que en un momento dado puede comer por siete euros (con el bono y el euro adicional).