[dropcap type=»1″]L[/dropcap]as Comunidades de las ciudades se disolvieron de inmediato, rindiéndose todas ellas en muy pocos días. Valladolid abrió las puertas de la ciudad pidiendo clemencia a los imperiales. Doce comuneros fueron excluidos del perdón, y de ellos, solamente dos fueron ajusticiados, el resto logró huir.
El almirante fue indulgente con los mensajeros de Toro, Zamora, León y Salamanca. El conde de Salvatierra, que apoyaba a los comuneros, sufrió una completa derrota en el puente de Durana, y huyó dejando 600 de los suyos prisioneros de los imperiales. Al poco tiempo de la batalla de Villalar, muchos comuneros lucharon junto a los realistas en Navarra para expulsar de ese reino a los franceses.
El prior de San Juan, con una hueste de siete mil de a pie y tres mil caballeros llegó a las puertas de Toledo. Con el incendiario de Mora estaba el doctor Zúmel, procurador por Burgos, crítico con el rey en las Cortes de Valladolid. Se pasó al bando realista y fue nombrado comisionado para juzgar a los comuneros. Con ellos estaba también el hermano de Padilla, Gutiérrez López de Padilla, enemigo acérrimo de las Comunidades.
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