[dropcap]Q[/dropcap]ue levante la mano a quien su imaginación le haya llevado a una pasarela al leer el título que precede a este texto. La primera imagen, la de antes, no ésta que acabas de crear para desmarcarte de la previsible mayoría.
¿Era chica? ¿Responsabilizamos a Telecinco? ¿A las revistas del corazón? ¿Al departamento de marketing de Inditex? ¿Al Ministerio de Educación por cargarse los estudios de humanidades? ¿Te apetece? Qué horror de sociedad machista y misógina ésta que solamente aplaude lo carnal, que nos obliga a maniquizarnos ¿verdad? Por cierto, ¿estás haciendo algo al respecto? Que no sea criticarlo quiero decir.
Gandhi, uno de esos top model (en ética, valores, responsabilidad, compromiso…) en el que probablemente no hayas pensado cuando leíste el título, es uno de esos prolíficos creadores de citas a medio camino entre la sabiduría mística y el brindis al sol. Entre las más populares, y que quizá jamás pronunció está: Sé el cambio que quieres ver en el mundo. ¿Te animas a dar una vuelta a esta idea conmigo?
En el mundo. En frío, para empezar, puede resultar una quimera dado el ínfimo tamaño que presentamos como individuos individuales. El dividendo 1/7.000.000.000 es claro.
Que quieres Ver. Estaremos de acuerdo en que es preferible dirigir la mirada a un jardín bien cuidado que a un vertedero. Por supuesto es deseable ver cosas bonitas, o mejor, que nos resulten atractivas, ya que el concepto bonito es tan amplio y ambiguo que siempre generará debate. Hay arañas y serpientes preciosas.
El cambio. De las necesidades más incomodas que podemos llegar a afrontar en toda nuestra vida, ya que no estamos especialmente diseñados para ello. Insisto en la idea de que es necesario. Incómodo porque choca frontalmente con nuestra propia identidad. La tradición, los “aquí siempre se ha hecho…” Resulta que según lo lejos que queramos viajar atrás en el tiempo podemos vernos vestidos con pieles gritando ¡unga unga! en nuestra acogedor domicilio sito en la calle Atapuerca 216, 5º derecha.
Sé. No se trata de un “se impersonal” sino de un “se imperativo”. En cierto modo, es la única pieza sobre la que no cabe debate. ¡Porque “somos” y tenemos gobierno consciente de ese “somos”! Ser. ¿El qué? Modelo.
¿Y por qué tengo que hacerlo yo si hay otros 7.000 millones de personas?
Porque no hay silla que haga cómodo esperar a que el resto se ponga de acuerdo según tu interés. Porque las respuestas que recibes suelen venir condicionadas por la frecuencia en que emites. Porque exigir cambios a los demás sin aplicarlos tú primero es de tener doble moral o en lengua vernácula, más cara que espalda… Por cierto. ¿A qué crees que se debe que un hijo tenga comportamientos similares a los de sus padres? ¿Y que una comunidad comparta costumbres y se sorprenda de las de comunidades vecinas? ¿A qué se agarran las tradiciones que se suceden generación tras generación?
Ve la 2, lee a Nietzsche, no hagas lo que criticas, no te disfraces para parecer, cúrrate el ser.
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