El primer debate sobre el estado de la ciudad no ha permitido comprobar las habilidades dialécticas del alcalde, Alfonso Fernández Mañueco. Solo ha servido para ver como eludía el cara a cara con la oposición y para que lo compararan con el césar, que acudía al circo para ver desde su palco cómo combatían los gladiadores.
El alcalde delegó en su portavoz, Fernando Rodríguez, el enfrentamiento con los representantes de la oposición y nos privó, así, de conocer su oratoria y capacidad de improvisación cuando no tiene escrito el guión.
Mañueco se limitó a leer su discurso para abrir el acto del debate sobre el estado de la ciudad, proponer acuerdos y todas esas cosas que le hacen quedar tan bien y no le comprometen a nada, y luego fue moderando los turnos de palabra (midiendo el tiempo para que nadie se pasara). Vamos, que se dedicó a moderar un debate que debió protagonizar.
La oposición ya había protestado previamente por este modelo y porque el alcalde eludiera la
confrontación con los portavoces, pero el regidor dijo al final de la sesión que «el formato estaba pactado por unanimidad de todos los grupos políticos».
Eso no evitó los reproches púbicos de los representantes del PSOE, C’s y Ganemos. El portavoz de Ciudadanos, Alejandro González, llegó a decir que Mañueco era como el «césar» que se sentaba en su palco para ver el espectáculo de los gladiadores.
Al césar lo que es del césar.
