[dropcap]E[/dropcap]l rey de España ha decido abdicar para dejar paso a su hijo, decisión que tomó el 5 de enero y anunciada públicamente cinco meses después.
La historia de la abdicación presenta una sucesión de hechos que bien podría parecer un guión escrito para una película, muy bien preparado y orquestado en las que no faltan personajes, tramas, acciones, lugares, tiempo y desenlace. Entraría en una mezcla de géneros desde la comedia a la parodia para terminar en una farsa.
El gobierno y el primer partido de la oposición, conocedores de la noticia, guardaron silencio hasta el momento adecuado, a la espera del resultado de las elecciones europeas. Mientras tanto, el gobierno ha ido preparando el camino. Se ha protegido a la reina y los príncipes otorgándoles el privilegio judicial de ser aforados en la Ley Orgánica del Poder Judicial para garantizar su inviolabilidad e impunidad. Tampoco es casualidad que la maquinaria del Estado se haya puesto en funcionamiento después del duro golpe que ha sufrido el bipartidismo en las elecciones europeas y el aumento de republicanismo de la sociedad ante una monarquía cada vez más desprestigiada y envuelta en casos de presunta corrupción.
[pull_quote_left]Si de verdad la monarquía quiere ser creíble y democrática debería pasar por la aprobación de los ciudadanos, de no ser así, seguirá siendo una imposición pero nunca contará con respeto y legitimidad moral. Lamentablemente el bipartidismo no ha entendido nada del resultado de las pasadas elecciones europeas, sobre todo el partido socialista que cada vez se aleja más de la izquierda.[/pull_quote_left]Se aceleran los acontecimientos y se utiliza esta mayoría parlamentaria para imponer un nuevo rey antes de que se complique más el panorama político. Rápidamente, el consejo de ministros elabora el proyecto de Ley Orgánica de Abdicación con un artículo único para discutir y ser aprobada en el Congreso de los Diputados, y que contará con el 90% de los votos, donde los partidos asegurarán su resultado negando la libertad de voto a sus diputados. Después será remitido al Senado y “aquí paz y después gloria”, todo atado y bien atado para que los ciudadanos no puedan decidir qué modelo de Estado quieren, monarquía o república, a pesar de las concentraciones celebradas en toda España manifestando su malestar y la recogida de más de 90.000 firmas para pedir un referéndum.
Sorprende la hipocresía arrebatada y exagerada de algunos personajes políticos para defender el papel de la monarquía, justificándola como mejor sistema de gobierno en contra de la filosofía de sus propios partidos que llevan a la república como su identidad política.
Es incomprensible, desde la razón, intentar vender que la renovación y modernización de la monarquía pasa por un rey impuesto, con el único mérito conocido el de haber nacido y heredado, por sangre, el nombramiento de Jefe del Estado del país. Si de verdad la monarquía quiere ser creíble y democrática debería pasar por la aprobación de los ciudadanos, de no ser así, seguirá siendo una imposición pero nunca contará con respeto y legitimidad moral.
Mucho me temo que, una vez más, los ciudadanos se quedan al margen de las decisiones más importantes y transcendentales de este país. Lamentablemente el bipartidismo no ha entendido nada del resultado de las pasadas elecciones europeas, sobre todo el partido socialista que cada vez se aleja más de la izquierda. Este acontecimiento histórico, pactado de antemano, no evitará el malestar ciudadano y la continuación de movilizaciones que ya se han anunciado, serán más contundentes.
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1 comentario en «Todo atado y bien atado»
vamos, que si no os gusta algo, que sale de la asamblea nacional, que son las Cortes, hay que votarlo hasta que salga. Pensáis que el pueblo es la gente que sale a manifestarse. Creéis que sólo tenéis razón los que protestáis. Nos os dais cuenta de que la inmensa mayoría piensa lo contrario, pero no sale a la calle. porque ya ha salido el día de las Elecciones.