El Aula Minor de Anayita se transformó en la antesala del plató de Pasapalabra, porque allí se desarrolló el casting abierto en Salamanca del concurso de Tele5
Tres roscos, dos escritos y uno oral. «Es una prueba muy real. Es como si fuera un examen. Si aquí pasan el rosco o fallan poco, tienen posibilidades, porque aunque están nerviosos, el plató impone mucho más», explica Sylvia Baciero, de producción, que junto a Anabel y Montse son las encargadas de realizar el casting abierto de Pasapalabra en el Aula Minor de Anayita, en Salamanca.
Los roscos a los que se enfrentan los aspirantes son «reales. Las preguntas se han formulado en el programa», matiza Sylvia Baciero.
Sylvia, ¿es rico el castellano?
Riquísimo. Inagotable. Nosotros aprendemos todos los días palabras nuevas. Es impresionante.
¿Qué cualidades tienen que tener los concursantes?
Que acierten. Este concurso es demoledor, o sabes la respuesta o no, pero no se puede fingir. No vale con ser gracioso o tener don de gente delante de la cámara. También medimos la rapidez mental y el nivel de concentración, porque es un concurso muy, muy rápido.
¿Salamanca es cantera de concursantes?
Aquí está el gran Jero, que es asombroso. Y sí, Salamanca, al ser una ciudad universitaria y tener una población que viene de muchos lugares de España es un buen lugar para realizar un casting abierto. Normalmente son cerrados, de personas que llaman al contestador, dejan sus datos y cuando hay un número suficiente, les hacemos las pruebas.
¿Cuántas personas creen que se acercarán a realizar las pruebas?
Con exactitud no lo sabemos, pero seguro que superamos las 200.
La experiencia de los aspirantes
Entre ellas, Chusa, que contestó a los tres roscos. «Pasé palabras varias veces, porque, al igual que en el programa, si no aciertas, restan, pero creo que se me dio muy bien. Si me llaman os aviso». Chusa ve el programa con su marido todas las tardes y contesta a las preguntas, por este motivo, su pareja la animó a presentarse. «Pensé que iba a haber muchas personas esperando a primera hora, estaríamos unos 20 y Jero nos hizo de maestro de ceremonias. Nos animó».
Para Chusa era su primera experiencia, pero José María ya es veterano en estas lides. «Me he presentado una vez en Valladolid y con ésta, dos veces en Salamanca». Le preguntamos qué tiene de especial el programa y nos dice: «Me lo paso pipa, me encanta. Es lo que tomo todos los días después de cenar». Salvo que ve todos los días el programa, no se ha preparado de manera especial. «He hecho algún rosco en Internet, pero nada más».
Tampoco ha ‘empollado’ Manuel, pero ve el programa todos los días. Queremos saber si ha acertado el rosco completo alguna vez y nos contesta que «entero, no».
Por diversión se han acercado Eugenio y Miguel, que suelen seguir el programa, «porque mi madre lo pone». En cambio, José Manuel ya es un veterano, no porque se haya ‘enfrentado’ a Christian Gálvez, no, sino porque su hijo Álvaro fue un concursante, «creo que uno de los más jóvenes que han pasado por Pasapalabra. Tenía 18 años. Ahora está de Erasmus y yo he venido a probar».
No podemos preguntarle más, porque Sylvia Baciero lo llama para que entre a contestar las preguntas escritas de los dos roscos y luego se enfrentará a las orales junto a otros dos aspirantes a formar parte del elenco de concursantes que ha pasado por Pasapalabra.