Castañas y juegos de antaño tomaban la Plaza Mayor y convertían la tradicional castañada en el punto de encuentro intergeneracional.
Desde bebés a mayores pasaban por el espacio habilitado por la compañía salmantina ‘Asadina’ para recordar en unos casos, y contar en otros, de dónde venía la tradición de asar castañas.
Antiguas vasijas de barro para asar las castañas a la lumbre, fuelles o romanas servían para rememorar otros tiempos en los que las castañas servían de moneda de cambio. Antes de que anocheciera, juegos tradicionales se convertían, en el ‘aperitivo’ para la castañada.
Desde puzzles gigantes con una castañera a enormes dianas en las que los dardos eran castañas de croché a partidas de hockey-castaña… todo servía para que los más pequeños se familiarizaran con este fruto seco.
Después, los castañeros y castañeras, perfectamente ataviados, adaptaban canciones como la tradicional ‘Tarara’ con letra sobre castañas y enseñaban a los niños a hacer cucuruchos de papel en los que depositar las castañas ya asadas.
Tras casi una hora y media de actividad comenzaba, con la ayuda de la concejala de Cultura, Mª Jesús Moro Tejedor, el reparto de las castañas que ya asadas servían para calentar las manos y llenar los estómagos más golosos.
En perfecta armonía, los cientos de personas que ocupaban la plaza comenzaban a formar una enorme fila en la que se esperaba el turno de recoger los deliciosos frutos.
En una noche que no era excesivamente fría, los pequeños continuaban con los juegos mientras los mayores degustaban los más de 150 kilos de castañas que se asaron en dos grandes bidones metálicos especialmente habilitados para ello.