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San Ambrosio y la Casa Lis

casa lis
La fachada de La Casa Lis.

[dropcap type=»1″]D[/dropcap]e las catedrales pasamos a la calle Gibraltar, en ella nos encontramos con dos edificaciones que nos hablan de don Miguel. El edificio de la fundación de San Ambrosio, de la que ya he dejado constancia en una exposición anterior. En sus archivos quedan algunas substanciosas intervenciones de don Miguel defendiendo las becas que dicho patronato distribuía entre los estudiantes de la Universidad de Salamanca.

El otro edificio que nos habla de Unamuno es la Casa Lis. Esta preciosa edificación modernista, que se salvó de la piqueta gracias a la intervención del primer Ayuntamiento democrático de 1979, nació con la única oposición de Miguel de Unamuno y unos pocos de sus seguidores. Construida encima de la muralla romana, tuvieron que derribar parte de su lienzo sur para edificarla. Nadie se opuso a la pérdida de la cerca, solamente una voz autorizada se alzó en Salamanca, la de Unamuno recordando que se estaba cometiendo una barbaridad en aras a la modernidad. Lis mandó construir la casa después de llegar de París donde había visitado la Exposición Universal y había conocido el modernismo francés. Como es obvio, las autoridades municipales del momento no hicieron caso a Unamuno y se construyó la casa, monumento salmantino del que nos sentimos orgullosos, pero que nació con un pecado original, la destrucción de una gran parte de la cerca romana de Salamanca.

En 1917 la familia Lis vendió el inmueble a Enrique Esperabé, hijo del longevo rector Mamés Esperabé, al que sucedió Unamuno en el rectorado. En agosto de 1914 don Miguel fue destituido, el claustro en pleno votó para rector a Enrique Esperabé. Don Mamés y Unamuno tuvieron una excelente relación. Don Miguel siempre habló muy bien de su antecesor en el cargo de rector. Durante el tiempo en que Salamanca fue Cuartel General del Generalísimo, Lis fue la residencia de Millán Astray, general mutilado, tuerto y manco, que dijo aquellas palabras denigrantes y terribles que avergüenzan a la milicia:

Muera la intelectualidad traidora y viva la muerte”.

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