[dropcap]E[/dropcap]n estos días, en los diversos medios de comunicación de masas (televisión, prensa, radio, internet, etc.) se formulan toda clase de predicciones sobre que podrá pasar en 2017. Es un deporte como otro cualquiera, podría decirse con cierto escepticismo, recordando dos figuras muy separadas en el tiempo en materia de oráculos o profecías.
Por un lado, hay que citar al dramaturgo heleno Esquilo, de hace 2500 años, de cuando decía aquello de que “no pretendas conocer el futuro porque será, con toda seguridad, muy distinto de lo que tú esperas”. En tanto que el futurólogo de los cisnes negros, de cuando empezó la Gran Recesión (2007), Nasin Taleb, manifiesta que en esto de las predicciones, un conjunto de jóvenes escolares pueden acertar más que el Fondo Monetario Internacional en su previsión económica del futuro más próximo. Simplemente porque el acierto y el error se reparten al 50%.
Son tantas las variables que determinan lo que puede pasar, que ni siquiera los cerebros electrónicos más sofisticados pueden anunciarnos con certeza cuál será la mejor previsión de mañana. Además, la gracia de la vida desaparecería si supiéramos que va a suceder.
Para empezar, tenemos el peligro atómico. Mientras trabajamos comemos, bebemos, dormimos y folgamos, la máquina nuclear sigue funcionando: Rusia y Estados Unidos tienen una serie de tratados atómicos, pero están más que erosionados por el tiempo y la propia laxitud de los compromisos. De modo que en cualquier momento, cabe que haya un error en los monitores del caso, y podría producirse un gran daño para el planeta. Sin olvidar que los terroristas podrían conseguir hacerse con nanoatómicas.
Y la cosa es más preocupante en lo que se refiere a Corea del Norte, cuyo petulante jovenzano dictador se vanagloria de tener misiles de largo alcance, para llegar desde Pyongyang la Gran Manzana. Y su ejecutoria hasta ahora, es más que penosa, asesinando a su señor tío, ejecutando a una ex novia, y cometiendo toda clase de disparates; solo imaginables en una dinastía familiar monárquico-comunista, que clama al cielo, como se decía antes.
Hay, además, riesgos más próximos y verosímiles como podría ser un roce entre navíos norteamericanos y la flota de guerra de la República Popular en el Mar de la China Meridional; pues como se sabe, Pekín pretende que todo ese espacio marítimo es suyo.
[pull_quote_left]En EEUU hay una sociedad civil muy potente y eso significa que Trump tendrá que pensarse muy mucho las advertencias que ha hecho en la célebre campaña como show-man.[/pull_quote_left]Para eso, no solo los barcos chinos se han adueñando de las islas Spratley y Paracelso, sino que además Pekín está construyendo bases artificiales con aeródromos y artillería pesada en islotes acementados. Un roce de ese tipo, podría tener consecuencias calamitosas, por lo cual sería exigible que China cumpliera ya con la reciente sentencia del Tribunal de la Haya sobre la ilegalidad de su situación.
Además, hay otros problemas, con incertidumbres totales, sobre la política de Trump, después de una campaña de pim pam pum, en la que no dejó, como se dice coloquialmente, “bicho viviente”. Claro es que en este caso, hay que ser optimista, y pensar que en Estados Unidos hay una sociedad civil muy potente, existen universidades y empresas de gran calidad, y eso significa que Trump tendrá que pensarse muy mucho las advertencias que ha hecho en la célebre campaña como show-man.
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En el caso de la Unión Europea, que nos toca muy de cerca, personalmente presumo que no habrá grandes cambios. Siendo seguro que la negociación del Brexit, que no acaba de abrirse, no llegará a concluirse en 2017, y se prolongará seguramente hasta agotar el plazo de dos años que se ha establecido. Con lo que podría suceder que la actitud final del negociador británico fuera la siguiente: señores, el acuerdo que nos propone de la Unión Europea no nos gusta nada; así que tomamos la decisión de seguir en la Unión Europea como si no hubiera existido el Brexit.
Por lo demás la COP 23, conferencia del clima de las Naciones Unidas de este año, ha de celebrarse en la antigua capital alemana de Bonn, sobre el Rin. Y allí hemos de tener ya una serie de instrumentos confeccionados para dos temas importantes en relación con el cambio climático. El primero, de carácter técnico: cómo va a medirse la emisión de gases de efecto invernadero de manera uniforme en todo el planeta para hacer cálculos y las previsiones mejor. El segundo, y no menos fácil, cómo va a repartirse entre los países ricos el dinero (100.000 millones de dólares) que van a facilitar a los más pobres para cumplir sus compromisos frente al Acuerdo de París.
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Podríamos seguir con otras previsiones para año 2017, ya en el ámbito celtibérico. Con el gobierno Rajoy en minoría, pero con indudable capacidad, frente al decadencia del PSOE, la irrelevancia parlamentaria de un Podemos (que no sabe ni lo que quiere ni a donde va), y el sector Ciudadanos que está en la permanente duda de si entrar en el gobierno, o asegurar su descenso por falta de operatividad. Así que Rajoy podría salirse con la suya de hacer una buena legislatura, a base de pactismo con unos socios poco imaginativos.
Aparte, está el tema de Cataluña, donde el Parlamento de Barcelona va alumbrando texto tras texto soberanista, a declarar nulos por el Tribunal Constitucional, en una especie de opereta con poca gracia y menos sentido. Hasta puede suceder que Puigdemont se de cuenta que está haciendo el ridículo, y deje todo a sus 18 meses de president.
Mientras tanto el PNV en País Vasco, con mayor compostura, va a ofrecernos un nuevo proyecto de Estatuto que no será el de Ibarretxe, donde se pedía todo para no conseguir nada. Así, pues, con una presentación más refinada y con posibilidad de obtener mayor provecho, del modo habitual en el partido que fundara Sabino Arana, de hace más de un siglo.
Y para no alargarnos demasiado, incluiría finalmente, con todas las posibilidades de equivocarme, como el lógico, algo sobre el crecimiento. Pienso que vamos a superar la cota de 2,5 del PIB, porque, afortunadamente, las empresas españolas se han tomado en serio el proceso de internacionalización, en otras palabras España se nos ha quedado pequeña para los españoles, y nuestra actividad económica tiene que extenderse más en el universo mundo.
En cualquier caso hay algo muy seguro, y es el deseo de pedir a la Providencia que favorezca al máximo las aspiraciones de los lectores de esta sección.
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